El Madrid de Galdós y... Figo
"¡Jó, qué Galdós más moderno!". Un paseante vestido con un chándal azul se sorprendió al ver a un Benito Pérez Galdós, personificado por un actor vestido de época, con un traje de chaqueta negro y largo, camisa blanca, corbata ancha y una vieja chistera -con el borde ya desgastado- devorando una página impar de un diario deportivo en el que se hablaba de la victoria del Real Madrid frente al Deportivo y en la que destacaba un nombre propio, el del fichaje más caro de la historia del fútbol español: Luis Figo. Fue una de las anécdotas que sucedieron en los ocho kilómetros de recorrido de la sexta edición de la Marcha Corazón Sano. Una caminata, entre cultural y deportiva, que partió ayer al mediodía y que este año batió su récord de participación con, más de 15.000 paseantes.En el circuito había 60 carteles informativos con una pequeña porción de la historia de la ciudad. Una firma deportiva repartió miles de gorras y las calles de Centro se llenaron con de una procesión de cabezas blancas.
Francisco, de 34 años, tetrapléjico de nacimiento, no la llevaba, aunque cubrió el paseo en su silla de ruedas con motor. Francisco sólo puede mover la cabeza y no puede hablar. Maneja el volante almohadillado de su silla con la barbilla y logró moverse con mucha soltura en medio de la riada de gente. Él era el participante con más dificultad para abordar el paseo. Junto al volante de su silla llavaba un teclado que utiliza para comunicarse. Aprieta las teclas con la nariz y una pequeña impresora saca lo que ha escrito en una fina tira de papel. A la pregunta de si había tenido problemas para circular durante el recorrido respondió: "Hasta ahora no; normalmente, sí. Las aceras son muy estrechas y hay contenedores".
Francisco sonrió al despedirse. Apoyó la barbilla en el volante de su silla y continuó su marcha.
Algunos de los caminantes conocían mejor la historia moderna del recorrido que la antigua. En la confluencia de las calles de la Cruz y de Espoz y Mina se escuchaba: "Antonio, mira, el bar de las bravas". Era el comentario de una mujer a su marido. "Unas papas, Mari", tentaba un adolescente a una chica muy delgada. Ambos se sorprendieron al descubrir que, en el inmueble donde ahora hay un bar antes se encontraba el Corral de las Comedias, cuyas representaciones comenzaron en el siglo XVI. Un siglo después lo compró el Ayuntamiento para convertir el edificio en el teatro de la Cruz.
Un Ramón María del Valle-Inclán sin su característica barba blanca, tan sólo con una pequeña pelusa de chivo bajo el labio inferior, gritaba: "Vamos a ver si leemos un poquito más, señora. Que seguro que ve mucho la tele, pero lee poco, y si no vendo libros me muero de hambre". La marcha continuó bajo un sol placentero hasta la hora de comer entre divertidas escenas.
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