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Tecnocrash: ¿gripe o cambio de tendencia?

Joaquín Estefanía

El pasado lunes, las bolsas de valores europeas y asiáticas sufrían fuertes recortes, motivados sobre todo por las pérdidas de las empresas tecnológicas vinculadas a Internet. Se trasladaba así a la otra parte del mundo lo que desde hacía tres semanas estaba pasando en Estados Unidos, con caídas generalizadas en el Nasdaq, mercado en el que cotizan los valores tecnológicos.La crisis tomaba entonces carta de naturaleza y los más osados comenzaron a calificar la coyuntura, muy gráficamente, de tecnocrash. El clima no era bueno en los mercados bursátiles, y la pregunta era, como siempre, si se trata de una fiebre pasajera o de un cambio de tendencia más profundo. También como siempre, no hay acuerdo entre los expertos. Los hechos son los siguientes: muchas de las grandes compañías tecnológicas están anunciando beneficios por debajo de lo previsto (IBM, Intel, Dell, Oracle, Yahoo!, Xerox, Apple, Microsoft,...); desde principio de año más de dos docenas de sociedades punto.com han cerrado, y las perspectivas de rentabilidades futuras se alejan. Como consecuencia de ello, el Nasdaq había perdido más de un 20% de su valor desde principios de año y casi un 35% desde que alcanzó su índice superior a mediados del mes de marzo.

La respuesta más acertada está vinculada a la relación entre los mercados bursátiles y la economía real. Estados Unidos ha entrado en el mes 116 de crecimiento ininterrumpido, con la inflación baja y una increible tasa de paro del 3,9%. Muy recientemente, la asamblea anual del FMI y del BM ha certificado la bondad de la situación. Pero conforme llega el final de año y las empresas deben presentar sus presupuestos han de contar con algunos elementos más matizados: el precio de las materias primeras, sobre todo el petróleo, al alza; los gastos financieros también al alza, así como los costes salariales después de varios ejercicios contenidos. Con estas cláusulas, la creación de valor (que refleja la cotización de las acciones) va a estar más difícil. Si la bolsa no produjese suficientes ingresos a las familias norteamericanas (más de la mitad depositan su dinero en el mercado bursátil) y dado que la tasa de ahorro está en porcentajes bajísimos (cuando no es negativa), ¿cómo mantener la capacidad de consumo?

Con sus graduaciones propias, es parecida la situación en Europa y, desde luego, en España (con el agravante de que la inflación es más alta y de que la credibilidad del Gobierno en esta materia ha disminuido mucho, por lo que los costes salariales serán crecientes). El mismo lunes de la caída, el Nuevo Mercado español en el que cotizan las empresas tecnológicas, cumplía seis meses y acumulaba una bajada del 35%.

Mientras los técnicos se pronuncian ha aparecido una serie de libros que ayudarán a hacer la reflexión. En un extremo está Megacapitalismo. La revolución del e-business y el diseño de las empresas y los mercados del siglo XXI, en el que sus autores Means y Schneider, dos consultores de PriceWaterhouseCoopers, afirman que la revolución tecnológica va a seguir expandiéndose casi exponencialmente en el próximo año y medio. En el otro, el libro de Michael Mandel The coming Internet depression, que cree que el precio de las compañías tecnológicas está muy sobrevalorado debido a la continua especulación, por lo que está llegando un crash que llevará a EEUU a una fuerte recesión, sin aterrizaje suave. Sin apostar tan fuerte, dos libros franceses: el primero, del presidente de Vivendi, Jean Marie Messier, titulado J6M.com, en el que desde el interior del sistema plantea los miedos a la nueva economía. El otro, de Alain Minc, www.capitalisme.fr, aborda los mismos retos desde un punto de vista más teórico.

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