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Carrera por la sucesión de Keegan

El fútbol inglés medita contratar por primera vez a un seleccionador extranjero

Durante el partido que perdió Inglaterra contra Alemania hace tres días, el 0-1 en Wembley que fácilmente podría haber sido un 0-4, los aficionados locales reaccionaron con el mal gusto que hace tiempo les caracteriza. Improvisaron una canción: "Que se pongan de pie los que ganaron la guerra". La mayoría de los alemanes presentes en el último partido oficial disputado en el venerable estadio londinense se habrán ofendido. Pero alguno que otro se habría percatado, con un posible brote de compasión -y hasta de vergüenza ajena- de lo triste, lo patético, de la reacción inglesa. El único consuelo que les quedaba era la nostalgia; el único insulto, recordar a los alemanes la ignominia que sufrieron a mediados del siglo pasado.Al acabar el partido exigieron la cabeza de Kevin Keegan, y Keegan -con humildad, dignidad, nobleza y otras calidades humanas para los hooligans desconocida- se la entregó. "Los jugadores se merecen alguien más preparado para este trabajo que yo", declaró el fracasado seleccionador. "No he estado a la altura del cargo. Los resultados demuestran que tácticamente he tenido mis limitaciones".

Con una honradez extraordinaria, el que fue dos veces Balón de oro europeo en su época de jugador reconoció que durante el atroz primer tiempo que hizo Inglaterra contra Alemania fue "incapaz de saber cuál podría ser la solución al problema". Lo que debería haber hecho el pobre pero admirable Keegan es lo que hace tiempo venían aconsejando varios observadores del fútbol inglés: encender el televisor y seguir al pie de la letra los consejos del comentarista más astuto que hay en las islas, el Jorge Valdano inglés, Terry Venables.

Las encuestas, tanto como las apuestas, dicen que Venables debe ser el hombre que sustituya a Keegan. También lo dicen los jugadores, que lo conocen bien. Porque Venables ya ha sido seleccionador. Pero la asociación de fútbol inglesa lo despidió, tras la exitosa campaña que dirigió en la Eurocopa de 1996, porque al que le dicen El Tel estuvo supuestamente involucrado en una serie de negocios turbios considerados poco dignos de un personaje tan transcendental y solemne en la vida nacional.

Si la asociación inglesa elige a un inglés tiene que ser Venables. Los entrenadores que han tenido más éxito en la Premier League en los últimos años han sido o escoceses, o franceses o italianos. La duda va a ser si la asociación considera que Venables ha sufrido lo suficiente en sus cuatro años de Siberia futbolística como para pagar por sus pecados. Si la respuesta es que no, como sospecha la prensa inglesa, entonces por primera vez en la historia los ingleses contratarán a un extranjero para que les recuerde cómo se debe jugar el deporte que ellos mismos inventaron.

Por una fabulosa ironía, en este momento tan crítico para el fútbol inglés, el individuo cuyo juicio tendrá más peso en la decisión, el consejero delegado de la asociación inglesa, el joven Adam Crozier, es un escocés. Crozier, siendo un hombre coherente, ha dicho que no le parece nada mal la idea de contratar a un extranjero.

¿Cuáles son las opciones? El escocés Alex Ferguson -demasiado nacionalista y demasiado feliz en el Manchester United- ya se ha descartado. El francés Arsene Wenger, el entrenador más admirado en Inglaterra, seguramente sería el candidato número uno de Crozier, pero pocos creen que abandone el gran proyecto que sigue llevando a cabo en el Arsenal. El nombre de Aimé Jacquet, el seleccionador de Francia en el Mundial de 1998, ha sonado pero él mismo ya ha dicho tajantemente que no gracias.

¿Fabio Cappello y Marcello Lippi? No hablan inglés, que se supone sería un requisito indispensable para el cargo. Entonces, ¿quién queda? Entre los nombres que se manejan está el de Johan Cruyff. Otro que se ha mencionado es Franz Beckenbauer. Un sueño imposible, por supuesto. Lástima. El Kaiser podría haber obligado a los aficionados ingleses a aprender por fin lo que son los buenos modales.

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