Dimite el consejero delegado del Espanyol Josep Maria Puig
Debilidad deportiva
En tiempos de crisis, nada mejor que topar con una víctima propiciatoria. El Espanyol la encontró ayer en Josep Maria Puig, el consejero delegado que nunca llegó a serlo oficialmente, aunque desempeñase funciones de tal. Puig, harto de polémicas, presentó su dimisión irrevocable tan sólo una semana después de haber renunciado a oficializar su cargo en la última asamblea. Su pasado barcelonista y su apego a la familia Lara le pesaron demasiado. Puig llegó a Montjuïc en abril pasado, avalado por el ex vicepresidente Lara y un brillante currículo -fue consejero delegado de Derbi-, con la misión de reflotar la maltrecha economía del club. Apenas medio año después, se marcha por la puerta de atrás y sin haber logrado sus objetivos: el Espanyol acumula un déficit de más de 5.000 millones.
La dimisión de los dos consejeros que representaban a la familia Lara, su decisión de abstenerse en las votaciones pese a mantener el 23% del capital social y el inminente abandono de la presidencia por parte de Sánchez Llibre han precipitado la marcha de Puig. "Mis dos referencias básicas han desaparecido", argumentó a través de un comunicado. No obstante, Puig ofreció su colaboración a Sánchez Llibre hasta finales de año.
Pero ni siquiera la dimisión del cuestionado Puig calmará los ánimos en Montjuïc. El técnico españolista, Paco Flores, asumió ayer que la crisis puede llevarse a tres de sus jugadores puntales: Tamudo, Sergio y Velamazán. "Todos estamos muy preocupados por el futuro del club, que puede solucionar sus problemas económicos, pero quedará debilitado deportivamente", lamentó. Flores tiene claro que el Espanyol ha optado por la venta de jugadores como paliativo a sus problemas económicos. "En el aspecto deportivo y personal es una gran pena, pero mis intereses no se pueden anteponer a los del club", expuso. Pese a todo, Flores cuenta con Tamudo para el próximo partido frente al Rayo Vallecano.
