Medallas contra Grecia

La salvajada perpetrada por el Comité Olímpico Internacional (COI: abreviatura de COITUS, vulgo JODIENDA) al aprobar el diseño de esa medalla que se entrega a los ganadores y que incluye como elemento decorativo el Coliseo romano con antihistórica supresión de referencias a Grecia, la cuna de los Juegos Olímpicos, revela el infinitivo nivel de ignorancia que incluso una organización mundial, aparentemente regida por señores educados en colegios de pago, puede alcanzar. Este disparate del COI tiene un agravante y un atenuante. Y, como con los errores humanos, por la cuenta que nos trae, tenemos que ser comprensivos, olvidémonos del agravante y centrémonos en el atenuante.Una ley humana, que, con máxima frecuencia, todos ponemos en práctica, es la ley de nuestra tendencia a hacer todo con el menor esfuerzo. Máximos beneficios, con el menor esfuerzo, es el lema de toda persona inteligente. La ley de la tendencia general al menor esfuerzo afecta, por ejemplo, máximamente a la evolución fonética de las palabras. La frecuencia de los participios acabados en -ado, -amado (jugado, cantado...) nos lleva, por esta ley, a pronunciar amao, jugao, cantao y, cuando hemos dormido mal y estamos derrengados, incluso decimos amau, jugau, cantau, convirtiendo una palabra trisílaba en una bisílaba. El éxito supremo de esta ley lo encontramos en la célebre letra de una cómica canción puesta en boca de los indios: "¿Por qué decimos au?", ¿por qué decimos au? Es más fácil decir au que decir has estau".

Esta ley del menor esfuerzo nos lleva, comprensiblemente, a decir y escribir Juegos en lugar de Juegos Olímpicos, la frase completa. Pero, por lo visto, a fuerza de tanto decir y escribir Juegos, hasta el COI, un organismo compuesto por gente que, además, viaja mucho, se ha olvidado de que los Juegos Olímpicos precisamente se llaman así porque se celebraban en Olimpia, una ciudad del Peloponeso griego. Con Grecia todos somos injustos. Hasta las personas que más la quieren y mejor la conocen -los helenistas- han mutilado su historia. La Grecia que se estudia en nuestros institutos de bachillerato y universidades es exclusivamente la Grecia antigua: se aparcan, para próximas reencarnaciones pitagóricas, la Grecia bizantina y la Grecia moderna. Hasta la llamada pronunciación erasmiana del griego -por su deuda respecto a Erasmo- es un horror retrógrado: el griego, por la medallita interfemoral de Afrodita, se debe pronunciar como, hoy, lo pronuncian los griegos. Y que nadie se sulfure, porfa.