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Un libro bien 'amueblado'

Uno de los grandes retos del escritor, la "gran tensión", es ajustar el decorado al texto, pero no hacerlo excesivo. De ahí, la importancia de equilibrar este recurso ampliamente utilizado en el mundo literario. El mueble está asociado a la memoria individual y la evocación directamente conectada con el mobiliario y los distintos objetos que rodean la vivencia. Esta fusión de recuerdos, sensaciones y memorias con el objeto material y cotidiano que nos rodea impregna a menudo la literatura. Una asociación plasmada e inmortalizada por la "pluma" del escritor que construye con palabras el espacio y lo llena de presencias.Sobre éstas y otras ideas relacionadas con la literatura y sus instrumentos reflexionaron ayer la escritora Pilar Pedraza, el también escritor y biólogo Martí Domínguez, el escritor Manuel Hidalgo y el diseñador de interiores Salvador Villalba, en la tertulia El escritor como creador de los espacios interiores. Hidalgo recordó la próxima publicación de La guerra del sofá, que recoge 24 viñetas sobre historias de parejas, discusiones de la vida cotidiana con un denominador común, "el sofá como teatro de operaciones".

El debate en torno a estas ideas y opiniones estuvo precedido por la proyección de una selección de vídeos basados en fragmentos de autores como Thomas Mann, José Saramago, Edgar Allan Poe o Antonio Gala, el escritor homenajeado en el programa cultural que cada edición organiza la Feria Internacional del Mueble (FIM), que se clausura mañana. La reflexión colectiva es el punto final de un proyecto de investigación, coordinado por el Colegio de Decoradores y Diseñadores, realizado a lo largo de este año en la que distintos escritores, profesores y diseñadores han pretendido aunar posiciones desde su visión particular sobre los espacios de interior y el mueble en la literatura.

Feria Valencia y el Colegio de Diseñadores editarán una antología que recoge los fragmentos de los 18 escritores que "mejor han definido en sus escritos la relación de deseo entre los objetos materiales y las personas".

Los tertulianos destacaron dos tipos de usos del mobiliario en la narración. Por una parte se reflexionó sobre el interiorismo y el mueble como elementos que, sin ser el centro de la narración, se ponen al servicio de la construcción literaria. Martí Domínguez insistió en la importancia de captar la atmósfera en la que vivía el escritor para contextualizar su obra.

También identificaron otro tipo de literatura de "atmósfera" que, utilizado desde el romanticismo y especialmente en la literatura fantástica, practica una escritura en la que la importancia del personaje está íntimamente relacionada con la construcción de un ambiente material y espiritual.

En este último grupo se encontraría, por citar algún ejemplo, Juliette, una de las pocas obras en las que el Marqués de Sade "amuebla" su escrito. El libro describe un espacio en el que mujeres desnudas adoptan posturas de distintos tipos de mobiliario. Una idea que será rescatada por el artista Allen Jones en los años sesenta para el diseño de muebles con formas de mujer, muy característicos del arte Pop. Esta concepto, llevado al extremo, también ha dado lugar a creaciones más misóginas y mucho menos afortunadas.

La descripción del espacio que rodea la trama de un libro también es muy común en los relatos cortos, en los que el mueble puede ser usado como un fetiche para llevar el peso del relato. La literatura conoce la opción y la explota. En La Cabellera de Guy de Maupassant, por ejemplo, el autor se sirve de la compra de un mueble antiguo para desarrollar la trama. Su protagonista encuentra una cabellera "de la que se enamora" y que finalmente le lleva a la locura. El libro de Maupassant es un ejemplo de utilización del mueble como elemento "donde está guardada la simiente del relato", concluye Pilar Pedraza.

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