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El asesino vivía en casa

La prueba del ADN llevó a la detención del marido de una mujer asesinada en Pamplona

El asesino era el marido. Así al menos lo cree la policía, que la mañana del martes detuvo en Pamplona a José María Valencia Arboniés, de 43 años, como presunto autor de la muerte de su esposa, María Ángela Sierra Azcárate. La magistrada sustituta del Juzgado de Instrucción número 3 de Pamplona dictó ayer prisión incondicional, sin fianza y comunicada para el acusado.El crimen se produjo entre las once de la mañana y la una de la tarde del 2 de septiembre pasado en el domicilio conyugal, en el número 3 de la calle Pedro Aranaz del barrio de Azpilagaña y causó una fuerte conmoción en la ciudad. La víctima, de 46 años, fue degollada, según determinó la autopsia, y su cadáver se encontró en el baño de la casa, en un charco de sangre y con señales de fuertes golpes en la cabeza.

Desde el primer momento, las investigaciones se centraron en el entorno familiar de la víctima, casada desde hacía 13 años con su presunto asesino, empleado de una industria de alimentación. El matrimonio no tenía hijos. Los elementos que llevaron a la policía a descartar otras hipótesis fueron el hecho de que la puerta del piso no había sido forzada, y la constatación de que el criminal había utilizado dos sistemas para dificultar la investigación. Demasiadas molestias para tratarse de un casual robo sangriento, pensaron los expertos. Y a tenor de lo que han demostrado los resultados científicos, acertaron. El ADN de unos restos de piel hallados entre las uñas de la mujer, que forcejeó con su asesino antes de morir, se corresponden con la huella genética del detenido.

El autor del crimen simuló un robo revolviendo cajones y armarios, pero no se llevó nada de valor. Además, esparció la sangre de la víctima por las paredes del pasillo y del recibidor para dar a entender que María Ángela se había resistido al robo y había sido asesinada junto a la puerta de entrada para después ser conducida al baño.

La policía descartó esta maniobra de despiste y llegó a la conclusión de que la víctima tenía confianza con su asesino y que éste, además, actuó con total premeditación. De hecho, no hubo gritos, nadie escuchó nada. Las pruebas recogidas en el lugar, tres ser analizadas en Madrid, han demostrado, según informó la Jefatura Superior de Policía de Pamplona, la autoría de José María Valencia.

Fue el propio marido el que denunció el hecho a la policía. Los rasguños que presentaba en el rostro, según afirmó, se los había hecho afeitándose. Desde el primer instante adujo que se encontraba fuera de casa cuando ocurrieron los hechos, ya que había salido a comprar los periódicos y a visitar a una hermana que vive cerca. Dijo que al regresar observó que la puerta estaba abierta y había restos de sangre en el interior, por lo que decidió no entrar y avisar a varios vecinos con los que descubrió después el cuerpo sin vida de su esposa.

La policía no ha precisado el posible móvil del crimen, aunque algunos vecinos han hablado de fuertes desavenencias en la pareja.

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