Las acusaciones de corrupción golpean la cohabitación en Francia
El jefe del Gobierno francés, Lionel Jospin, ha cortado la relación con su ex ministro de Economía Dominique Strauss-Kahn tras invitarle a que dé "todas las explicaciones" acerca de por qué mantuvo en su poder el vídeo con un testimonio acusatorio contra Chirac del ex financiero del partido Unión por la República (RPR) Jean-Claude Méry y lo ocultó a la justicia. Tras abrir ese cortafuegos entre él y su ex ministro, Jospin llamó a sus partidarios a "no dejarse intimidar ni acusar colectivamente por faltas" no cometidas.
Ésta es la respuesta del primer ministro a las explicaciones que Chirac le pidió el lunes, en lo que constituye el incidente más grave de la cohabitación que mantienen desde 1997.La izquierda y la derecha se enfrentan con una virulencia desacostumbrada. Al pedir una investigación "detallada" de lo sucedido "en el Ministerio de Economía" bajo responsabilidad socialista, el jefe del Estado aludía al dato periodístico de que el ex ministro recibió el vídeo para que se atenuara una inspección fiscal sobre el modista Karl Lagerfeld, cuyo abogado era el mismo que el de Méry; y de paso sugería que todo el escándalo actual es una maniobra del Gobierno.
El ex ministro, que admite haber recibido la comprometedora cinta, niega haber traficado con ella ni haberla ocultado, con el extraño argumento de que no sabe ni dónde puso el vídeo. La fiscalía le abrió ayer diligencias por ocultación de documentos de interés para la justicia.
Las precauciones tomadas por Jospin para separarse de Strauss-Kahn -a quien despidió del Gobierno en noviembre pasado- no atemperan la gravedad del enfrentamiento con Chirac. El primer ministro y el presidente de la República mantienen un despacho semanal desde que ambos iniciaron su forzada cohabitación, por la victoria de la izquierda en unas elecciones parlamentarias en las que el centro-derecha hubo de pasar a la oposición, por más que su jefe de filas sea el propio jefe del Estado.
El sistema de contrapesos que implica la cohabitación tiene buena prensa en Francia si se desarrolla pacíficamente; pero aquel que sea observado por la opinión como el que dispara primero puede pagarlo caro en la próxima convocatoria electoral. Por eso, que las dos máximas jerarquías se declaren la guerra cuando todavía falta año y medio para las elecciones presidenciales es toda una novedad.
El decorado del enfrentamiento lo ponen los jueces Armand Riberolles y Marc Brisset-Foucault, quienes, escoltados por policías y reporteros, recorren París día y noche a la búsqueda del original de la cinta que ha dado origen a esta crisis política y de otras pruebas a las que aludía el comprometedor testimonio de Méry sobre la corrupción institucionalizada en el Ayuntamiento de París, a mediados de los ochenta, en torno a quien era entonces su alcalde y primer ministro, Jacques Chirac.
De momento, la cinta original no aparece ni en el despacho de Strauss-Khan ni en otros lugares también investigados. Pero, en sus carreras por la capital, los jueces han tropezado en una sucursal bancaria con un cofre que contiene dos cartas manuscritas de Méry, dirigidas al "Señor presidente", sin precisar a qué presidente se refiere.
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