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Crítica:'EL ANFITRIÓN' / TELE 5
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El anfhistrión

En su estreno como cuerpo y alma de El anfitrión (el pasado domingo, Tele 5), Boris Izaguirre estuvo pendiente de demasiadas cosas para poder disfrutar y renunció a su mejor virtud: el exceso delirante. Quedó claro que no es lo mismo ser invitado de marcianos que anfitrión de terrícolas. Izaguirre empezó fuerte. Salió enfundado en un traje de nadador que, lejos de favorecerle, le convertía en un asfixiado aspirante al papel de Spiderman en una película de serie B. Sólo cuando consiguió que su sarcástica simpatía superase sus niveles de aceleración logró que asomaran las posibilidades de un formato de entrevista-espectáculo que, si se pule, le emparentará con las que, años ha, hizo Terenci Moix.La mecánica de El anfitrión consiste en que tres invitados acudan a la supuesta casa de Izaguirre por separado, compartan momentos y comenten algunas imágenes. Para su estreno, Izaguirre contó con la ayuda de Verónica Blume, Carmen Maura y Álex de la Iglesia. Casi no les dejó hablar, lo que debería hacerle pensar en reducir el número de visitas o alargar el programa.

Todo quedó como uno de esos programas-piloto en los que se suele abusar de la bondad de los amigos y que sirven para corregir errores y potenciar aciertos. A pesar de un notable caos en la estructura del programa (transición entre invitados, pausas publicitarias), El anfitrión tiene un lado original al que no debe renunciar, siempre que Boris Izaguirre sea capaz de escuchar a sus invitados cuando tienen la amabilidad de responder a sus preguntas. Parte, además, con el favor de muchos teleadictos que se pirran por ese coqueteo compulsivo relleno de plástica y paródica frivolidad. La idea de la casa-plató, sin embargo, se desaprovechó.

Queda por ver cómo conseguirá Izaguirre que algún famoso admita su opción sexual saliendo realmente de un armario o quién se prestará a acostarse con él. El primer programa sirvió para insinuar lo que podría haber sido y no fue, pero supongo que Izaguirre sabrá centrarse y lograr que sus invitados no sean meros comparsas (el invitado como instrumento de lucimiento del presentador es un fenómeno opinable que también se da en Lo + Plus).

En cuanto a los detalles, hubo de todo. Los mejores, cuando Izaguirre demostró su perversa agilidad mental y su capacidad por utilizar toda la libertad que dicen que tenemos. Los peores, cuando, repitiendo algo que se viene haciendo desde hace 30 años, se cachondeó de Raphael. Lo valiente hubiera sido invitar a Raphael y comprobar, en vivo aunque no en directo, que el cantante ya tiene, por lo que respecta a histrionismo e inteligencia, un digno sucesor.

(El anfitrión obtuvo en la noche de su estreno una cuota de pantalla del 15,3% con 1.767.000 espectadores)

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