La renovación pendiente del PP andaluz
El proceso congresual en el que se encuentra inmerso el PP andaluz tiene continuidad esta semana con los cónclaves que se han de celebrar en Huelva y Córdoba. Las divergencias internas afloradas en Granada y en la provincia onubense no constituyen una seria amenaza para el objetivo final que se han fijado los dirigentes de esta formación. Aquí no están forzados a rebuscar una nueva definición política, tal y como han hecho con pasmosa facilidad en Cataluña. Tampoco han de fabricar un líder, porque ya lo tienen, al menos de momento, en la persona de Teófila Martínez.De lo que se trata ahora es de mantener la casa lo suficientemente en orden y en paz como para no variar el rumbo que les ha de llevar hacia la presidencia de la Junta de Andalucía. Algunos dirán que puede que estemos ante la renovación de la nada, pero está claro que el cambio de caras al que asistimos no tiene más fin que habilitar equipos jóvenes, capaces de poner en marcha una fuerte dinámica de trabajo para, de una vez por todas, acabar con el mal que padecen los populares andaluces como es la falta de apoyo en el ámbito rural.
Aún así, tiene que resolver uno de los principales reproches que le dirigen el resto de fuerzas políticas. La falta de interlocución que encuentran en sus actuales responsables, situación bien diferente a la que existía con el anterior secretario general, Juan Ojeda, ahora pasando frío en Estrasburgo, como parlamentario europeo.
Esa capacidad de interrelación institucional con sus vecinos deberá ser puesta a prueba esta semana si es que, finalmente, el Gobierno andaluz o el PSOE se atreven a negociar con los populares en lo relativo a la Ley de Cajas. La verdad es que en el PP lo tienen más difícil. El reloj ya está en marcha. Se han convocado las asambleas que se celebrarán en octubre. Todos, excepto el PP, parece que ahora empujan en una sola dirección, incluidos los "cajeros", esto es, los presidentes de la Caja San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, e Isidoro Beneroso, máximo representante de El Monte. Un movimiento este último que debe hacer pensar a los populares sobre la estrategia inmediata a seguir.
El panorama es igualmente agitado en el Partido Andalucista. El congreso de Torremolinos ya se ha cobrado su primera víctima en la persona del alcalde de Villarrodrigo, Ángel Vera. Pero no será la única. Julián Álvarez, el alcalde de Écija, uno de los referentes más claro del andalucismo en la provincia de Sevilla, también puede quedar en la cuneta mientras sus contrincantes en la localidad astigitana, los socialistas, se frotan las manos al ver cómo son los propios compañeros de partido del alcalde los que le debilitan al máximo e incluso le amenazan con llevarle a los tribunales. Después de lo visto, no quedan dudas de que será un congreso de cuchillos largos.
La ciudadanía, mientras tanto, persiste en su preocupación por la carestía creciente del combustible. Se multiplicarán los conflictos y movilizaciones que conocerán una radicalización. En este capítulo de contestación social cabe avanzar aquí también que la protesta contra la presencia del submarino nuclear británico Tireless en Gibraltar puede que cobre nuevos bríos, a parte de las acciones judiciales que va a emprender de forma directa el Gobierno andaluz, ya que considera que se está reparando sin las medidas de seguridad necesarias.
Un Ejecutivo que tiene listo un paquete de medidas en materia audiovisual, como es el decreto ley que ha de lanzar la creación del Consejo Audiovisual. Otro relativo a la regulación de contenidos para evitar la telebasura o la contraprogramación. Igualmente se acometerá la puesta en marcha del concurso de 26 emisoras de FM, cerrando así el mapa de radios comerciales en Andalucía. Una actuación que, con todo, no va a amortiguar las críticas que viene recibiendo Manuel Chaves por el nombramiento del hasta ahora su portavoz, Rafael Camacho, como director general de la RTVA, polémica decisión que habrá de explicar esta semana en el Parlamento.
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