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Tribuna:Sydney 2000
Tribuna
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Se esfumó el sueño

Se acabó lo que se daba. La medalla deberá esperar al menos otros cuatro años. La victoria de Rusia ante Canadá ha adelantado un final que estaba más que cantado. Una vez que todos los equipos han tenido tiempo suficiente para mostrar sus credenciales, España no ha demostrado poderío suficiente para estar en la lucha por los metales. Simplemente se ha adelantado un poco el momento de ver esfumarse el gran sueño del baloncesto español. Un sueño que ahora se antoja poco acorde con la realidad. Ante Yugoslavia, como ocurrió frente a Rusia y Canadá, certificó la distancia que le separa de los aspirantes.Normalmente lo que diferencia los buenos de los grandes equipos radica en los detalles. Esas jugadas, esos momentos en los que unos sacan lo mejor de sí mismos mientras los otros pican en piedra. No siempre suponen grandes diferencias en el marcador, pero dejan a salvo la cuestión principal: la victoria. Hasta la mitad del segundo tiempo, parecía que el errático comportamiento de Yugoslavia y lo metido que estaba España en el partido invitaba a elucubrar con una sorpresa ante el actual campeón del mundo. Pero llegada la hora de dar un paso adelante, los únicos que lo dieron fueron los yugoslavos, especialistas en estos menesteres. Es cuando Danilovic, que tenía el punto de mira desenfocado, dice aquí estoy yo. Es cuando Bodiroga decide dejar su aire cansino, pide el balón, lo reparte o se mete hasta la cocina para dejar detalles de su enorme talento.

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No hay motivos para excesivos reproches al equipo. Han hecho lo que han podido y dudo que variando hombres y tácticas (salvo el día de Rusia con la tardía puesta en acción de Lopez, Navarro y Rogers) el resultado hubiese sido diferente. El subcampeonato europeo del año pasado (no olvidemos que fue conseguido gracias a una carambola) había hecho concebir grandes esperanzas. Tan grandes como excesivas.

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