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SYDNEY 2000

De atleta perdida a semifinalista

Maite Martínez renace tras haber sido perseguida por las lesiones y las enfermedades

Carlos Arribas

Hace un par de años, Maite Martínez ni sabía dónde se celebraban los Juegos. Hace un par de meses, ni siquiera creía posible ir a Sydney. Ayer, a las 10.10 horas, veía por primera vez el estadio desde dentro y le impresionaban, "y motivaban", sus 100.000 espectadores. Un par de minutos después abandonaba la pista con el corazón dándole saltos. No había comido filetes de canguro. Simplemente, había ganado su serie de los 800 metros con su mejor marca (1m 59,60s) y se sentía en una nube. "Y tanto, jolín", exclamaba. La vallisoletana, una fuerza de la naturaleza, era hace no tanto un caso perdido para el atletismo. Su recuperación es una historia de carácter, fe, tenacidad y... amor.Martínez era una magnífica júnior. "Pero en 1997 empecé a sentir un dolor en la parte baja de la espalda", recuerda; "me hacían pruebas y no me veían nada. Finalmente, se trataba de una fractura de la cabeza del fémur". Encontrado el mal, hallado el remedio: unos meses de tratamiento, recuperación, vuelta a los entrenamientos. Pero en marzo de 1998 empezó de nuevo a sentirse mal. Más pruebas y análisis: "Tardaron medio año en dar con lo que era: un problema de la glándula tiroides, hipertiroidismo, por lo que mi cuerpo producía más hormonas de lo necesario. Otros seis meses de tratamiento con inhibidores hormonales. Otro año en blanco".

Otro caso desgraciado. Martínez parecía condenada. Pero ella no pensaba así. Ni su familia. Ni Juan Carlos Granados: "Le conocí en las pistas y nos hicimos novios. Luego se convirtió en mi entrenador". Fue su salvavidas: "Los meses del regreso fueron muy duros. Su apoyo fue fundamental. Aunque mi familia está conmigo, sólo él sabía lo que sufría, lo que suponía la dureza de los entrenamientos. Es el único que sabía que me iba llorando de la pista y el que ha aguantado mis depresiones".

Ahora Martínez está en una semifinal olímpica: "Todo marcha bien, pero sé que en cualquier momento puede volverme a dar un ataque y todo frenarse. Así que no me planteo lo que podría haber sido. Antes era demasiado ansiosa, un puro manojo de nervios. Ahora salgo a disfrutar".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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