"ETA está matando el diálogo, y eso es muy grave"
La centrista francesa Nicole Fontaine ha hablado sin tapujos contra el terrorismo de ETA desde que fue elegida en julio de 1999 presidenta del Parlamento Europeo. A principios de mes calificó en el pleno de Estrasburgo de "indecentes" las justificaciones de Koldo Gorostiaga, de Euskal Herritarrok (EH), a la violencia en el País Vasco y cortó en seco la intervención del eurodiputado abertzale. Fontaine, de 58 años, miembro de la Unión para la Democracia Francesa (UDF) y europarlamentaria desde 1984, realizará los próximos martes y miércoles una visita oficial a España, donde será recibida por el rey Juan Carlos y se entrevistará con el presidente del Gobierno, José María Aznar.Pregunta. Las declaraciones de condena al terrorismo del Parlamento Europeo y de los Parlamentos nacionales quedan a veces en papel mojado. ¿Se puede hacer más?
Respuesta. Una condena fuerte sin ambigüedades, unánime y solidaria, es un mensaje muy importante. El Parlamento Europeo se ha pronunciado en varias ocasiones sobre el respeto de los derechos humanos y ejerce una influencia nada despreciable. ¿Se puede ir más lejos? Sinceramente, no. Podemos alentar iniciativas comunitarias, acciones de acercamiento de pueblos, movilizaciones...
P. ¿Qué opina de la actitud de los nacionalistas vascos de no firmar la declaración sobre el terrorismo presentada por los populares y socialistas españoles?
R. Lo importante es que hay un sentimiento muy fuerte, un gran consenso de condena de la violencia. Nadie, o casi nadie, y menos el Europarlamento, piensa que hay que negociar con quienes todavía recurren a la violencia. Rechazando el derecho a la vida se está matando la libertad. La violencia no es sólo condenable, sino también ineficaz.
P. Los discrepantes argumentan que la declaración contradice la filosofía de diálogo del Parlamento, como ha sido en los casos de Irlanda del Norte o Palestina.
R. Yo creo que esta declaración está dentro de nuestra lógica. No podemos dialogar con gentes que al mismo tiempo mantienen la violencia y recurren a ella. No se puede negociar con quienes te ponen el cuchillo en la garganta. En Irlanda del Norte se empezó a negociar cuando se acabó la violencia. Ahí está la diferencia.
P. Ayer, el Parlamento Europeo también condenó el racismo y neonazismo en Alemania. ¿Es una coincidencia o es que usted vincula este fenómeno con el terrorismo?
R. No hay ningún vínculo. Es una coincidencia. Es importante que el Parlamento alerte sobre el peligro de un resurgimiento del racismo en algunos países de la Unión y de una cierta apatía ante atrocidades semejantes a las del pasado. Pero es esencial no olvidar la memoria histórica y más cuando las nuevas generaciones no han conocido la tragedia.
P. ¿Sería una buena idea que usted acudiera al País Vasco y le entregara personalmente al lehendakari, Juan José Ibarretxe, la resolución de condena del terrorismo del Parlamento Europeo?
R. No es el momento. Al menos, no todavía. Ya lo sopesé antes del verano, pero hoy la situación indica que no es el momento. ETA está matando el diálogo y eso es muy grave.
P. Cambiando de asunto, ¿cree que se conseguirá que la futura Carta de Derechos Fundamentales de la UE quede vinculada jurídicamente a los tratados comunitarios?
R. Eso sería lo ideal; que fuera un anexo al Tratado de la Unión. Es una ambición que hay que mantener. La Carta es el inicio del proceso de integración.
P. ¿Qué ganan los ciudadanos con esta Carta?
R. Hay muchos derechos en esta Carta que no están garantizados en todas partes. Es importante que se pueda convertir en la gran Constitución europea que aporte también un mensaje político sólido. Queremos una Europa política, que no se conforma con ser un club económico, un gran mercado, sobre todo con la perspectiva de la ampliación. Una Europa comunitaria, solidaria.
P. ¿Comparte el resurgimiento del europesimismo con la caída del euro y las previsiones negativas en el referéndum danés sobre la integración en la moneda única?
R. Yo no soy nada pesimista. Creo que cuando cada ciudadano europeo tenga en su bolsillo la moneda única todo será diferente. El caso danés es un problema distinto, propio de un país pequeño que ve amenazada su identidad. De todos modos, yo creo que el euro acabará entrando un día tanto en Dinamarca como en el Reino Unido.
P. ¿Cree que un resultado negativo en Dinamarca tendría repercusiones para los demás países de la UE?
R. Sí, psicológica y políticamente lo tendrá, evidentemente, pero yo creo que será de forma eventual. A la larga no tendrá consecuencias.
P. ¿Qué opina del desarrollo de las negociaciones de la Conferencia Intergubernamental (CIG)? Usted expresó preocupación por los escasos avances. ¿Cree que los Gobiernos se están comportando de manera egoísta?
R. Evidentemente hay egoísmo aunque yo preferiría hablar de especifidades, de preocupaciones propias de cada país. El trabajo consiste en integrar todas esas preocupaciones y luchar por lograr un resultado positivo para toda Europa. Hay que tener la voluntad política de hacerlo.
P. ¿Y cree que hay suficiente voluntad política?
R. No mucha por el momento.
P. ¿Qué tema cree que es más espinoso de resolver en la CIG? ¿La ampliación del voto por mayoría cualificada?
R. Sí, tal vez. Creo que habrá acuerdos sobre el tamaño del Colegio de Comisarios y la reponderación del voto en el Consejo. La cuestión será si habrá voluntad para hacerlo. Los Estados miembros deben decidir hasta qué punto la UE es importante como para aceptar compartir soberanía y dejar en manos de la mayoría cualificada decisiones que son tradicionalmente cuestiones de soberanía de los Estados.
P. ¿Cree que los políticos y gobernantes europeos no están sabiendo transmitir eficazmente el mensaje sobre la ampliación de la UE?
R. Creo que hay personas que no se han tomado la molestia de explicar a los ciudadanos cuáles son los beneficios de la ampliación. Es un problema, sí. Tras la primera reacción de entusiasmo ante un proceso de generosidad extraordinario ha comenzado la preocupación sobre qué es lo que va a pasar, sobre sus consecuencias. Y creo que debe haber una comunicación más intensa.
P. ¿Las sanciones bilaterales a Austria han servido para algo?
R. Sí. Yo creo que el Gobierno austriaco recibió el mensaje de que estaba bajo vigilancia por la actitud del FPÖ en algunos temas ligados a los valores fundamentales de la Unión. Estoy completamente convencida de que si no hubiéramos hecho nada hubiera sido una actitud de cobardía y que podría haber provocado abusos.
P. ¿Qué lecciones hay que sacar del caso austriaco? ¿Es partidaria de reformar el artículo 7 del Tratado hasta el punto de contemplar la exclusión de un Estado miembro?
R. Creo que habría que ir hacia el método preventivo y en su caso contemplar la expulsión si no se respetan los valores fundamentales de la Unión, pero con todas las precauciones debidas.
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