"La novela bien hecha es una mentira muy hábil, pero una mentira"
La última obra del escritor José Carlos Somoza (La Habana, 1959) nació de una alucinación del autor. Sus ojos veían un cadáver destrozado y unos hombres con antorchas que lo contemplaban en la Atenas clásica. Fue el comienzo de La caverna de las ideas (Editorial Alfagura). El escritor dice que es un divertimento de intriga en el que se cruza el mundo antiguo con el actual y siempre huye de la novela histórica, en la que Somoza no cree. "La novela bien hecha es una mentira muy hábil", dice.Pregunta. La caverna de las ideas está ambientada en la Grecia clásica y el tema es de intriga. ¿No es una combinación curiosa?
Respuesta. Quería huir del esquema normal y corriente. No creo en la novela histórica y quería independizar la novela de intriga de los esquemas clásicos.
P. ¿Tiene una atracción especial hacia la época griega?
R. Experimiento una atracción importante; por supuesto, muchísimo más que por la época romana. Los romanos carecieron por completo de imaginación. Fueron enormes técnicos y científicos y muy prácticos a la hora de condicionar un imperio, pero los griegos fueron hombres de gran imaginación, interesados por las cosas en apariencia más banales y al mismo tiempor más profundas; en una palabra, por las cosas que realmente importan. El hecho de escoger Grecia como decorado de La caverna de las ideas fue porque me ocurrió lo que me ocurre siempre.
P. ¿Y qué le ocurre?
R. Yo no parto de una inspiración, sino de una especie de alucinación. De repente, veía la escena con la que arranca la novela: una escena nocturna en la que, a la luz de las antorchas, hay unos señores vestidos con túnicas y otros, de soldados, mirando un cadáver destrozado en el suelo, en una ciudad aparentemente tan armónica como todos tenemos pensado que era la Atenas clásica. Yo veía todo eso en esa noche, que era la noche de las noches porque desconocía la luz. Tenía que desarrollar la novela en la Grecia clásica por esa imagen. No fue tanto un gusto racional, meditado, sino un impulso.
R. Dice que no le gustan las novelas históricas. ¿Quizá porque le parece imposible reproducir los hechos tal como y sucedieron de verdad?
R. Sí, es por eso. Yo no creo en la novela realista; creo que de ninguna forma puede expresar la realidad de las cosas. Cuando se dice "esto es un fiel espejo de la realidad de nuestro tiempo", se habla de una parcela muy pequeña y de la opinión muy subjetiva del autor. Entonces, es absolutamente absurdo pretender plasmar la realidad del pasado, que es a fin de cuentas lo que vendría a ser la novela histórica. En las grandes novelas históricas como Yo, Claudio o Memorias de Adriano son Graves y Yourcenar, los autores, los que están hablando. La novela bien hecha es una mentira muy hábil, pero una mentira. P. Hay un personaje, el que descifra los enigmas, una especie de detective actual, que se llama Heracles Póntor. ¿Es un juego y un homenaje a Hércules Poirot?
R. Efectivamente, es un juego. Con el personaje Heracles Póntor podría establecerse una comparación perfecta con Hércules Poirot, pero al mismo tiempo existió un discípulo de Platón que se llamó Heracli Despóntico, así que el juego de palabras es doble. Éste se especializó en escribir textos astronómicos, no tenía nada que ver con dectives ni descifradores de enigmas, aunque, bueno, descifraba los enigmas del cielo. Me pareció una coincidencia absolutamente deliciosa.
R. ¿Quiso escribir una novela divertida?
R. Creo que es una novela divertida; está constantemente jugando o invitando al juego al lector y ofreciéndole sorpresas y momentos de tensión, en los que se pretende que el lector participe emocionalmente.
R. Hay un personaje, el traductor, que va escribiendo una segunda novela.
R. Se puede decir que hay un texto que narra la investigación de unos asesinatos ocurridos en la Griega clásica y que necesita llegar a nuestras manos a través de un traductor. Éste pone notas a pie de página explicando las dificultades y ésto, tan normal, se rompe porque, de repente, el traductor empieza a pensar que el texto cobra realidad y que las amenazas que se ciercen sobre los protagonistas también se ciernen sobre él. Hay que imaginar lo que es leer un texto de Sherlock Holmes y pensar que el asesino también puede matarte.
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