Domingo mezcla a Wagner con Lucas
El director de la Ópera de Los Ángeles le encarga a ILM los efectos especiales de 'El anillo de los Nibelungos'
Seriedad en el Este, aventura en el Oeste. El tenor internacional Plácido Domingo ha encontrado la fórmula de compatibilizar su pluriempleo como director de las óperas de Washington y de Los Ángeles. En su estreno en el cargo para la ciudad californiana, Domingo desveló su intención de colaborar en sus óperas con directores de cine. Algunos, como George Lucas, aportarán lo que mejor saben hacer: efectos especiales; otros, como William Friedkin y quizá Pedro Almodóvar, podrán experimentar en la dirección artística en una escena que nunca ha sido la suya.De momento, el ensayo de Plácido Domingo, lejos de generar indignación, ha sido recibido como un sabio tributo a la ciudad que le acaba de contratar. La compañía de efectos especiales de George Lucas, Industrial Light & Magic (ILM), responsable en buena parte del éxito de la revolución digital de los efectos especiales en el cine, ha recibido el primer encargo de Plácido Domingo como director de la Ópera de Los Ángeles. Los mismos equipos de técnicos que recopilan oscars por crear dinosaurios en Parque Jurásico o concebir extraterrestres para la saga de La guerra de las galaxias han aceptado la responsabilidad de diseñar una nueva versión de El anillo de los Nibelungos. Ya hubiera querido Goebbles poder mezclar a Wagner y Lucas.
Un portavoz del director -que esta semana ha rodado en Sevilla varias escenas para una nueva entrega galáctica- ha confirmado que el encargo es una realidad, aunque ha asegurado que es demasiado pronto para saber cuál será la propuesta con la que intenten revolucionar la ópera magna del compositor alemán, aunque ha garantizado que "Darth Vader no interpretará el papel de Wotan".
Esta colaboración promete ser sólo el principio. En las cuatro próximas temporadas, varios directores de cine tendrán el privilegio y el riesgo de llevar a escena algunas de las composiciones con mayor historia. William Friedkin, el hombre que hace más de 25 años provocó nauseas en los cines de todo el mundo con El exorcista, dirigirá El castillo de Barba Azul, de Béla Bartók; el actor Maximilian Schell será el responsable de una nueva Lohengrin de Wagner, mientras John Schlesinger (director de títulos como Cowboy de medianoche) se ha comprometido a atreverse con Peter Grimes, de Benjamín Britten.
"Estamos en California", dijo Plácido Domingo en la presentación de su calendario como recién estrenado director artístico de la Ópera de Los Ángeles. "Tenemos que tener un Anillo que tenga algo de estilo californiano. ¿Por qué no usar ese estilo en nuestras óperas?", se preguntaba el tenor.
Para Domingo, no es ninguna traición mezclar a Hollywood con Wagner: "Ha habido muchas versiones buenas de El anillo. Todas han probado con cosas nuevas, y eso no quita ninguna fuerza a la música y al canto", aseguró.
En Washington, Domingo mantendrá su línea más discreta, más convencional. Pero la ecléctica California le permite incluso encargar una ópera al compositor John Williams, uno de los preferidos de la industria del cine. Dentro de sus planes más ambiciosos también espera incorporar en algún proyecto a los directores Baz Luhrmann y Pedro Almodóvar.
Como siempre, Plácido Domingo "españoliza" lo que puede: ha anunciado que llevará a Los Ángeles producciones del Teatro Real de Madrid y no ha escondido su deseo de internacionalizar la el género de la zarzuela, "en la que tengo un gran interés".
Y por si esto fuera poco, Domingo ha anunciado la incorporación de Kent Nagano como director principal de la Ópera de Los Ángeles y la colaboración con Valery Gergiev para que California disfrute de la calidad de la Ópera y el Ballet de Kirov. Gergiev ya ha dicho que si ha aceptado la petición ha sido sólo por la capacidad de Domingo para subir el listón artístico. Con mordacidad malsana, Gergiev ha dicho: "No se lo tomen a mal, pero a Los Ángeles sólo se va si hay alguna razón para ello, porque el mundo es muy grande. Pero me encantará ir a hacer música con Plácido".
Estos experimentos constituyen un paso más en el "creciente imperio operístico americano" de Domingo, según la definición que ha dado el diario The Washington Post de las aventuras de nuesto tenor en EE UU.
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