El Camp Nou canta de felicidad
Los azulgrana golean al Leeds en un partido presidido por el buen fútbol ofensivo
En un dulce partido, sobre todo por la serenidad, belleza y comodidad con las que lo resolvió, el Barça aventó a los mocosos del Leeds, tal que fueran un cualquiera, dicho sea con el máximo respeto. No hay mucho que decir de los ingleses, que dieron más que hablar fuera del campo que en la cancha, por guapos, atrevidos y chistosos, y si no que se lo digan a su presidente, Peter Ridsdale, que se presentó en el estadio diciendo: "Acudir al Camp Nou es como ir al dentista". Lastrados por las ausencias de jugadores únicos como Kewell, perdieron su personalidad futbolística de mala manera y se entregaron al tackle, que es como decir que jugaron feo y fueron unos brutos.La irrupción del Leeds en el partido fue lamentable. A las primeras de cambio, Smith deslomó a Rivaldo en un costado del campo y, acto seguido, Dacourt le remató en la frontal. A la tercera, ya repuesto, habló el brasileño. Armó la jugada con un taconazo en la línea de medios y la remató con un zurdazo en un gesto técnico único. Rivaldo recibió de Simão, adelantó la pierna derecha para que pasara la pelota, sin tocarla, en una maniobra que dejó sentado al central, y la recogió con la izquierda para ajustarla al palo. ¡Adiós Pamplona! para el Leeds.
BARCELONA 4/ LEEDS 0
Barcelona: Dutruel; Abelardo, Frank de Boer, Sergi; Gerard, Cocu (Petit, m. 54); Simao, Rivaldo (Alfonso, m. 73), Overmars; Dani (De la Peña, m. 65) y Kluivert.Leeds: Martyn; Kelly, Duberry, Radebe (Hay, m. 89), Mills; Bowyer, McPhail (Hackworth, m. 73), Dacourt, Harte; Bridges y Smith. Goles: 1-0. M. 9. Simao toca para Rivaldo, quien deja pasar la pelota entre sus piernas, sienta a Duberry y cruza con la zurda. 2-0. M. 19. Frank de Boer transforma un libre directo por la cruceta izquierda. 3-0. M. 74. Simao centra desde la derecha y Kluivert remata en el primer palo. 4-0. M. Kluivert recibe remata cruzado un balón cedido por De la Peña. Árbitro: Merk, alemán. Amonestó a Mills, Smith y Kluivert. Unos 90.000 espectadores en el Camp Nou. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Ángel Mur.
La jugada retrató el partido en ocho segundos. Jugaba de primera el Barça, con transiciones vertiginosas, abriendo para las bandas o tirando paredes, y ganándose posiciones de remate. Igual le pegaba Dani que Gerard que Kluivert o que Frank de Boer, que convirtió un libre directo poniendo el balón por la misma cruceta izquierda de Martyn, una acción que expresa la rehabilitación del cierre holandés.
Los azulgrana metieron al Leeds en un cuadrilátero y bien que le zurraron. Presionaron desde la divisoria y el buen funcionamiento de la línea de recuperación inutilizó el juego de elaboración inglés. El equipo de O'Leary se quedó sin la pelota y deambuló como un caballo desbocado frente a un rival de juego determinante, vitalista y tan convicente que incluso confió el lanzamiento de un golpe franco a Simão, un extremo que ha acabado por contagiar a la grada su descaro: está convencido de que cuanto hace está bien hecho. Hasta Kluivert, un ariete que siempre jugó mejor de culo que de cara, ha acabado por interpretar a Simão, y como muestra queda el tercer gol.
El Barcelona tiró hasta donde pudo, y anoche llegó más lejos que ante el Málaga, de manera que mantuvo el caudal ofensivo durante más de una hora. Leyó muy bien el partido, tanto que el público interpretó siempre cuándo debía ayudar o hacer la ola. El técnico retrasó primero a Cocu y después a Petit, creando una línea defensiva más poblada, y no perdió la posesión de la pelota ni la magia que siempre tuvo el partido para los colores azulgrana. Para tal menester están futbolistas únicos como Lo Pelat y Alfonso, que aparecieron en el último tramo. Iván preparó el cuarto tanto, el segundo de Kluivert, y a Alfonso le traicionó la puntería, que no el entrejuego, en el que es un mago.
El fútbol de repetición ha dejado paso al de creación, improvisación a veces, pero casi siempre virtuoso, rápido y ayer efectivo. El tono atacante fue intenso y el clima futbolístico caliente. El Leeds se derritió en el Camp Nou como en su día el Manchester o el Chelsea. No ganan los ingleses en el estadio desde 1976, y anoche encima estaba en juego el partido número 100 del Barça en la Copa de Europa. No es extraño pues que el equipo barcelonista exhibiera tanta voracidad como armonía. La hinchada se siente tan feliz que acabó cantando de tal manera que el Camp Nou pareció Ellan Road multiplicado por 10. Si hay infierno, vive el Barça en el cielo.
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