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VUELTA 2000 15ª etapa

El Angliru, año II

Los ciclistas ya saben lo que les espera en la cumbre de las cumbres de la ronda española, y el puerto les sigue inspirando miedo

La Vuelta a España entra hoy en su santuario. En el Angliru, en el nuevo gran icono del ciclismo, una deidad con forma de montaña, con una pendiente máxima del 23,5%, lo nunca visto. Un alto que inspira miedo a los profesionales y morbo en la afición. Este año, el segundo que se asciende, sólo ha perdido el encanto de la novedad. El de no ser un puerto virgen. El "Chava" Jiménez tiene el honor de haberlo estrenado. Por lo demás, es la misma cima que se descubrió en 1999 para el ciclismo. La cumbre de las cumbres. Un puerto de inclinaciones inhumanas.Los ciclistas, en su mayoría, ya saben de primera mano lo que les espera: 13 kilómetros de ascensión, una cifra similar a la de cualquier gran puerto de la Vuelta; una altitud nada exagerada (1.558 metros); pero unas rampas brutales. Ellos, los profesionales, son los más autorizados para hablar del Angliru. Dicen de todo, siempre en superlativo. Y no sólo los corredores españoles, en principio más apegados al producto nacional.

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Vayamos a un francés enamorado del Tour, que sólo se inspira en la vertiente gala de los Pirineos y de los Alpes: Richard Virenque. ¿Qué dice del Angliru? "Es más duro que cualquier puerto que haya subido en mi carrera profesional", bastante larga por cierto. Y eso que sólo lo conoce a medias, por haberlo subido en coche durante la Vuelta a Asturias.

Otra versión: un corredor español que lo subió en carrera y lo más rápido que sabía, Igor González de Galdeano. Él acabó décimo en la llegada del Angliru el año pasado, a 2.08 del entonces tercer clasificado, Roberto Heras. Casero, el otro implicado en la actual Vuelta, llegó en el puesto decimotercero, a 2.33 del hoy líder.

"Allí se decidirá la Vuelta", avisa Igor. "Es durísimo, incomparable con cualquier otro puerto. No he subido nunca algo igual". ¿Y qué le diría a un compañero que nunca haya visto la cima, si le pide consejo? "Que elija un piñón bastante grande y que si puede llevar una bicicleta de montaña, mejor", replica.

¿Cómo se sube el Angliru? En resumen, hay dos fórmulas. La de quien lucha por un buen hueco en la clasificación general y por tanto en la etapa, y la de quien ya se siente un triunfador sólo por subir hasta arriba y seguir en la Vuelta. Al primer grupo pertenece Pavel Tonkov, el derrotado por el "Chava" el año pasado y que esta vez no se siente en condiciones de repetir otra jornada épica. "Allí sólo puede ganar Heras", pronostica. El ruso subirá con dos platos (y detrás un máximo de 28 piñones). Se inclina por lo tradicional, por lo más ortodoxo. Otros prefieren la evolución, como el joven Haimar Zubeldia, que utilizará tres platos. El desarrollo mínimo que utilizará será un 30-25 (2,56 metros de avance con cada pedalada).

Los impresiones más curiosas se extraen del otro grupo, el de detrás. Ahí encontramos todo tipo de casos. Dicen que todos los que llegaron por detrás del vigésimo clasificado el año pasado recibieron ayuda en uno u otro momento del público. Pero pocos lo reconocen en público, y menos aún que echaron el pie a tierra. Álvaro González de Galdeano, el ganador de ayer, es una de las escasas excepciones. Pero tiene coartada: "Sí, yo tuve que pararme. Un aficionado, con buena intención, se acercó para empujarme y se le trabó el cordón del chubasquero entre los radios de la rueda trasera. Tuve que bajarme para desengancharlo".

Otros, novatos, se fían de los comentarios. Rafael Mateos no llegará al Angliru (se retiró ayer), pero ya tenía preparada la estrategia desde hace días: "Ya me han dicho que el año pasado iban más rápidos los corredores de la parte de atrás que los de delante. Me habían recomendado que vaya solo, que no llegue a pie de puerto en un pelotón...". Ya se sabe, para ponérselo más fácil a los espectadores con ganas de remolcar. Alessandro Petacchi, el sprinter, también sabe lo que hará: mirar en qué retraso sitúan los jueces el fuera de control y jugar con el reloj. Y, por supuesto, subir con un desarrollo de 39-30, de ésos que sólo aparecen en los manuales de bicicletas de montaña. Para llegar hasta arriba tendrá que dar unos cuantos miles de pedaladas.

Una de dos. O los ciclistas exageran o realmente el Angliru es atroz. José María Muñiz, el alcalde de Riosa, el municipio del que arranca el puerto, sólo sabe que su pueblo, de 2.600 habitantes, se ha convertido en lugar de peregrinación para cicloturistas y profesionales. "Si un aficionado dice que ha subido todos los grandes puertos de España tiene que venir aquí. Es como si de repente se descubre una nueva montaña de más de 8.000 metros. El alpinista que haya subido las catorce que hay en todo el mundo, debería subir también esta nueva".

A él, como a todos los aficionados, le preocupa el clima. Que permita ver la etapa en buenas condiciones, y no como el año pasado, en que un manto de niebla cubrió la ascensión. Para hoy, las previsiones anuncian temperaturas suaves (14 grados en la meta), nubes y claros, y ausencia total de lluvia.

El trazado previo al Angliru ha cambiado este año. Se ha eliminado el puerto de La Cobertoria, cuya bajada provocó muchas caídas (entre otros, Escartín). En su lugar, se ha colocado La Colladiella, de primera categoría, y se mantiene El Cordal, también de primera, como aperitivo final al Angliru. Un itinerario que hace de esta etapa la reina de la Vuelta 2000.

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