El Deportivo retorna a la rutina
El conjunto gallego se impuso a un Athletic sólido pero falto de creatividad
Como a todo hijo de vecino, septiembre trajo al Deportivo el reencuentro con la rutina. El campeón reeditó anoche un partido ya visto cien veces en Riazor: dominó el choque con solvencia y sin grandes fulgores, y, en cuanto le llegó su ocasión, amarró la victoria ante un Athletic que fue casi un convidado de piedra. Transcurrido el verano, el deportivismo constató que la fortaleza de Riazor no ha perdido ni un ápice de solidez.Las advertencias de Irureta surtieron efecto. El Depor no se distrajo por los festejos previos al choque ni se notó que el título lo haya envanecido, cambiando su carácter tradicionalmente aplicado y laborioso. Da la impresión de que este equipo ya ha metabolizado un estilo muy reconocible y no parece que vaya a abandonarlo por mucho que cambien las circunstancias o lleguen riadas de nuevos fichajes.
DEPORTIVO 2-ATHLETIC 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Emerson, Mauro Silva; Víctor, Djalminha (Pandiani, m. 14), Fran; y Diego Tristán (Valerón, m. 78).Athletic: Lafuente; Larrainzar, Alkorta, Oskar Vales, Larrazábal; Urrutia, Orbaiz (Javi González, m. 77); Etxeberría, Guerrero, Del Horno (Ezquerro, m. 71); y Urzaiz. Goles: 1-0. M. 51. Penalti de Alkorta a Pandiani que transforma Víctor. 2-0. M. 90. Galopada de Emerson hasta el interior del área, donde cede a Pandiani para que éste remate a puerta vacía. Arbitro: Andradas Asurmendi. Amonestó a Alkorta, Naybet y Donato. Más de 30.000 espectadores en Riazor, casi lleno. Antes del partido, el capitán del Deportivo, Fran, recibió la copa de campeón de la Liga 1999-2000 de manos del presidente de la Federación de Fútbol, Ángel María Villar. El Athletic formó un pasillo para saludar la salida al campo del cuadro gallego.
El Deportivo dominó el juego desde el principio, no perdió atención a ningún detalle y tuvo en su mano todos los resortes del partido. Pero, también como suele ser habitual, su fútbol resultó un tanto prolijo, muy pendiente de no perder el control del choque y sin excesivas incursiones en el área. La temprana lesión de Djalminha -al cuarto de hora se resintió de una dolencia muscular- introdujo el único cambio apreciable en el conocido guión de Irureta: entró Pandiani y el Deportivo pasó a jugar con dos delanteros. Pandiani y Tristán formaron una extraña pareja: fogoso y un tanto desastrado el primero, elegante y más bien abúlico el segundo.
El Athletic contribuyó lo suyo al tono monocorde del choque. Los rojiblancos trataron con todo respeto al campeón de Liga y su preocupación principal fue arroparse bien el torno al círculo central sin aventurarse en maniobras de mayor calado. La fórmula de Rojo lució por su solidez y adoleció de escasa creatividad. Eso sí, la única ocasión de los bilbaínos en la primera parte estuvo a punto de deparar un gol fabuloso: el debutante Orbaiz enganchó una tremenda volea desde 35 metros y el balón hizo crujir la escuadra de Molina. El Deportivo se ha acostumbrado a aguardar con paciencia su oportunidad y ésta llegó gracias a un discutido penalti que transformó Víctor. Con el marcador favorable y jugando en casa, el Depor raramente suele fallar. El Athletic sólo pudo balbucear un conato de reacción y la victoria de los gallegos apenas corrió peligro.
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