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VUELTA 2000 Duodécima etapa

El viento interrumpe el descanso

Petacchi logra su segunda victoria en una etapa de abanicos inofensivos

La Vuelta vive en pleno entreacto. A caballo entre los Pirineos y Asturias. Dormita con etapas sin perfil, con un recorrido difícil de entender salvo porque la organización no encontraba un lugar donde ubicar la meta ayer. Así se explica esa jornada. Breve, con salida en Zaragoza y llegada en el mismo sitio. Sin más interés que el aportado por el viento.La etapa no tenía atractivo ni para los ciclistas, que se habían mentalizado para un día emparedado entre descanso y descanso, con unas cuantas pedaladas y vuelta al hotel. Pero llegaron a la salida y el aire empezó a derribar algunos objetos de las carpas publicitarias. Los golpes de viento sorprendieron a un grupo de corredores suizos congregados en una tertulia improvisada alrededor de una mesa. Al unísono, Álex Zülle, Laurent Dufaux, Arming Meier y otros compatriotas arrancaron a gritar: "¡Annulez, annulez!". Era broma, claro. La etapa no podía suspenderse. Pero lo que prometía una jornada placentera, entre comillas, se convirtió en un día de tensión permanente.

Sufrieron mucho los ciclistas sobre sus bicicletas, pero el resultado no se vio. Porque, en definitiva, todo sigue igual en la Vuelta. Como seguirá hoy, en un nuevo día de descanso y de traslado (hasta Santander). Y como se prevé que continúe hasta las faldas de los Lagos de Covadonga, el domingo, la fecha de la etapa más esperada por los aficionados.

Sufrieron los ciclistas porque el viento inspira pánico en el pelotón. Nadie quiere perder en un llano inofensivo lo que tanto sudor le cuesta amarrar en la temida montaña y todos pretenden marchar entre los primeros de los primeros, aunque no haya sitio para todos.

Pero estamos a media Vuelta, y ya cada uno ha encontrado su sitio en la carrera. El Kelme lo ha encontrado. Lo de Albacete ocurre una vez y ninguna más. Heras se pegó a la rueda de Casero, más fuerte en este terreno y siempre atento. Casero no sólo mandó en el pelotón como lo debe hacer un líder, sino que incluso tiró de él más de lo que normalmente se ve en un poseedor del maillot amarillo.

El ONCE ejerció de animador de la etapa. Es lo que sabe hacer en estos días. Pero le faltaron corredores para romper la carrera. Ha perdido a demasiados y le falta la fuerza de conjunto que requiere un abanico. Al final, sólo tropezaron los habituales: Tonkov y Escartín. Una repetición de lo que ocurrió en Valencia.

La etapa finalmente se rifó entre una veintena de corredores. Entre una selección de quienes sobrevivieron a los abanicos y los sprinters que pudieron atravesar los Pirineos. Ganó el más entero, Alessandro Petacchi (Fassa Bortolo), que también es repetidor. Él es quien mejor ha aprovechado la ausencia de Freire. Ha triunfado en los dos sprints en los que el campeón del mundo ha estado ausente.

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