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Los policías que detuvieron a Fonseca declaran que no utilizaron las porras para reducirle

Francisco Peregil

Los dos policías que detuvieron al ciudadano de Guinea-Bissau Antonio Fonseca -fallecido en los sótanos de la comisaría de Arrecife el pasado 20 de mayo- declararon ayer durante cinco horas ante el juez de instrucción número 1 de la localidad lanzaroteña. Ambos agentes negaron haber usado sus porras para reducir a Fonseca porque, según explicaron, uno de ellos la perdió hace meses y el otro, aunque la llevaba en el coche, no creyó necesario utilizarla. El juez no adoptó medidas cautelares contra ellos, y el fiscal, Miguel Pallarés, afirmó que "de momento" no piensa pedirlas, a la espera de que declaren, el jueves, los dos forenses que emitieron informes distintos sobre las causas de la muerte de Fonseca.

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Aunque el fiscal insistió en preguntar a los agentes cómo habían conseguido, sin usar sus armas reglamentarias, reducir a Fonseca -ya que el guineano era un hombre corpulento que logró zafarse por dos veces de los policías- los interrogados mantuvieron sus versiones con firmeza, sin incurrir en contradicciones, según relató la abogada de la acusación particular, Amparo Banqueri. La letrada desveló también que ninguno de los agentes recordaba a qué hora llevaron a Fonseca a la comisaría de Arrecife, y que se limitaron a aventurar que serían "las dos y pico".En cuanto al supuesto golpe mortal en el cuello que, según la segunda autopsia, encargada por la familia al forense José Antonio García Andrade, pudo ocasionar la muerte de Fonseca, Banqueri quiso saber si los policías tenían nociones de artes marciales. Ambos dijeron que no.

Después de los agentes declaró el doctor Francisco Caravaca, del Servicio de Urgencias Canario. El doctor ratificó que recibió una llamada desde la comisaría a las 3.04 y concluyó su trabajo a las 3.41. No pudo concretar la hora de la muerte de Fonseca, ya que, cuando llegó a las dependencias policiales acompañado de una enfermera, lo encontró cadáver. Pese a que "por su experiencia" sabía que sería inútil, intentó reanimarle. Fonseca estaba tendido en un pasillo sin iluminacion de los sótanos de la comisaría, por lo que tuvo que trabajar ayudándose con una linterna.

Hematomas

Los abogados de ambas partes preguntaron a Caravaca si apreció hematomas: "Sólo me pareció ver algunas contusiones en la cara. El cráneo se lo exploré con la mano y no vi nada. Y en el cuello tampoco aprecié nada, a pesar de que le inyecté en la yugular exterior derecha una ampolla de adrenalina. Ni yo ni mi enfermera vimos hematomas en el cuerpo".Sobre el certificado de muerte del Registro Civil donde consta que Fonseca murió a las dos de la madrugada, una hora antes de que Caravaca recibiera el aviso de atenderle, el médico señaló: "No sé de dónde habrá salido ese documento. Probablemente se deba a un error de la funeraria sin la menor importancia".

Caravaca dijo a este diario el pasado 27 de agosto que en la comisaría nadie le explicó por qué Fonseca estaba en el suelo y qué había provocado su muerte. Ayer, nadie, ni siquiera la abogada de la acusación particular, preguntó a Caravaca por qué los agentes no le dieron ninguna explicación sobre la muerte del guineano.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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