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Estampas y postales

Un Nilo de peaje

Miquel Alberola

En cierto modo, para los valencianos la autopista tiene el mismo significado que para los egipcios tuvo el río Nilo. Se trata de un Nilo seco de pago que facilita la comunicación de arriba a abajo en unas tres horas, o quizá menos, según conductores y vehículos. También para Egipto representó una autopista fluvial que partía el territorio como una bisectriz, cuyo trazado sustentaba la geometría política y la arquitectura que la consagró. En muy pocas horas, con una simple vela latina se podía atravesar la tierra de los faraones. A menudo, el secreto de toda sociedad próspera se basa en las comunicaciones, y sin la posibilidad de usar el río como canal de intercambio y transporte, la producción derivada del regadío sólo hubiese animado una economía de subsistencia con más profetas que dioses.La A-7 distribuye el impulso de la economía productiva valenciana hacia Europa y África, a la vez que encauza el colosal movimiento del turismo y las corrientes migratorias africanas. Asimismo, facilita la interconexión entre las comarcas que componen este país vertical. Pero esta senda ya estaba hecha antes de que los ingenieros de caminos de Autopistas del Mare Nostrum decidieran su trazado. Cuando los romanos iniciaron la colonización de estas tierras en el siglo II antes de Cristo se encontraron con un gran eje paralelo a la costa que transcurría de norte a sur, con algunas ramificaciones hacia el interior. Se trataba de la ruta natural de los iberos, la llamada Vía Heraklea, que los romanos convertirían enseguida en la Vía Augusta. Los diversos escenarios territoriales, administrativos y políticos, el comercio y las necesidades técnicas y financieras irían modificando y acoplando este trazado, aunque sin variar el curso del itinerario mediterráneo, que es el que ha sostenido a este territorio bajo cualquier circunstancia política o religiosa.

Por ahí ha circulado el grueso de los individuos inquietos que nos han precedido, siguiendo la ruta occidental del comercio entre los continentes separados por el mar Mediterráneo. En los años sesenta el Banco Mundial marcó unas directrices para concentrar las inversiones en las rutas de mayor tráfico, lo que dio origen al Plan General de Carreteras. La de La Jonquera a Alicante fue una de ellas, sin embargo la reactivación económica proveniente de los planes de estabilización y el fenómeno del turismo exigían una vía más rápida.

El Programa de Autopistas Nacionales, de 1967, optó por el sistema privado de construcción y explotación, en régimen de concesión temporal del Estado. La construcción de la A-7 empleó varias fases a partir de 1974 y no culminó hasta que a principios de los noventa la circunvalación de Valencia acabó con el llamado semáforo de Europa. Desde entonces las distancias se han reducido. Pero la autopista, como el Nilo, está llena de peajes y cocodrilos.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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