"No soy un velocista"
Nació para el gran público hace menos de un año, en el Mundial de Verona. A base de pundonor, ha podido con la losa que le cae encima a cada campeón del mundo cuando pasea su maillot. Lo ha lucido con dignidad, a pesar de su juventud. Óscar Freire aún se sigue sorprendiendo a sí mismo. Ingresó en la Vuelta con la idea de olvidar definitivamente su cruz con la espalda, prepararse a conciencia para Sydney y el Mundial, y abandonar en su tierra, en la jornada de Santander. Se conformaba con ganar una etapa, pero le ha llevado tan pronto que ha cambiado de objetivo sobre la marcha. Quiere más. Hoy volverá a intentar repetir en Valdepeñas. Será una llegada similar, muy llano todo. Apto para un sprinter. Él no se siente de esa especie, pero se codea con cualquiera de ellos: "No soy un velocista; me van más las clásicas. Poco a poco también me defiendo en la montaña, aunque todavía estoy muy lejos de los escaladores. Yo no tengo tanto cuerpo como los sprinters, pero eso tiene sus ventajas. Me pega menos el viento y me puedo colocar mejor".
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