Freire pega otro acelerón
El campeón del mundo se impone al 'sprint' en la segunda etapa de la Vuelta, superando en la línea de meta a los grandes especialistas italianos, incluido Mario Cipollini
Listo como pocos, Óscar Freire, el cántabro que luce el maillot arco iris que distingue al campeón del mundo de ciclismo, se impuso ayer al sprint en la meta de Córdoba, cierre de la segunda etapa de la Vuelta. Sin la altura y la musculación clásica de los sprinters tradicionales, Freire (Mapei) cimentó su éxito en la pillería. Eligió la rueda buena para lanzarse y el momento oportuno para abrirse paso entre la legión italiana, que habitualmente no admite discusiones cuando la carrera llega apretada al sprint. El cántabro se adelantó a ilustres como Cipollini, que no pudo con los 40 grados que atizaban por tierras cordobesas.Freire, que insistió tras la carrera en que no es un velocista, "sino un clasicómano", había decidido inscribirse en la ronda española para probar su maltrecha espalda, que le ha martirizado de nuevo en los últimos meses. Su intención era examinarse de cara a los Juegos de Sydney y bajarse en su tierra, en Santander, sin grandes aspiraciones de asomarse al podio. El éxito de ayer no le ha cambiado los planes, pero ahora quiere más y más. Aprovechar todas las etapas con llegada masiva hasta que se aproxime la montaña.
La segunda etapa también estuvo marcada por la escapada de un modesto. Andrés Bermejo, del Relax Fuenlabrada, recorrió 140 kilómetros en solitario y fue cazado a falta de poco más de quince. Derretido por el calor y abrasado por el esfuerzo, Bermejo cruzó la meta cordobesa en último lugar, a más de ocho minutos del pelotón. Un alto precio para una aventura rentable: el Fuenlabrada logró lo que quería, protagonismo.
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