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'La muerte de Isolda' despide al crítico musical Gonzalo Badenes

Ferran Bono

Sus críticas eran lectura obligatoria para aficionados y especialistas. A su profundo conocimiento se unía una rica y siempre ajustada expresión que convirtieron el magisterio de Gonzalo Badenes en un referente ineludible en el mundo de la música clásica en Valencia. La muerte de Isolda, un fragmento de una de sus óperas predilectas, sonó en la breve ceremonia con que se despidió al prestigioso crítico musical.

52 años tenía Gonzalo Badenes cuando falleció en la madrugada del lunes debido a una infección, tras una complicada operación de peritonitis. Toda su vida estuvo vinculada a la música. A pesar de su delicado estado, el crítico valenciano no quiso perderse la reciente actuación de Rostropóvich en el festival de Peñíscola. Nunca llegó a escribir la crítica a causa del agravamiento de las dolencias que padecía desde hace meses. Ayer, su hermano recordó la "ironía" que supone el dolor experimentado por alguien que dedicó su existencia, atada desde los cuatro años a una silla de ruedas por una poliomelitis, a "cultivar la sensibilidad". Una sensibilidad que plasmaba en sus escritos en un ejercicio de conocimiento que no dejaba de sorprender por su magnitud, por la meticulosidad y exactitud de sus comentarios sobre, por ejemplo, el fugaz gesto de un director de la orquesta, o el matiz de un instrumentista, prácticamente imperceptibles. Pero no para el oído de Badenes.

Su amplia erudición no era ningún obstáculo para trasmitir la emoción de la música, sino un instrumento básico. Prueba de ello son las críticas e informaciones publicadas en diversos medios, como EL PAÍS (especialmente en la edición valenciana y en el suplemento Babelia, en los que ejerció de crítico hasta su fallecimiento), en la revista Ritmo, o en los programas de mano del Palau de la Música de Valencia.

Badenes era, además, muy respetado por su honestidad y bondad y por su carácter solícito y afable, tal y como ayer subrayaron los asistentes a la ceremonia previa a la incineración, entre los que se encontraba el ex director del Palau, Manuel Muñoz y varios críticos. La presidenta del auditorio del Palau de la Música, Mayrén Beneyto, envió un telegrama de condolencia. También la directora del Instituto Valenciano de la Música, Inmaculada Tomás, y el director de orquesta Manuel Galduf, entre otros, trasmitieron el pésame a la familia de Gonzalo Badenes, quien en vida señaló su preferencia por la ópera de Wagner, Tristán e Isolda, que ayer sonó en su último adiós.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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