El Liceo modifica un tercio de su aforo para mejorar la visibilidad
El Liceo vuelve a estar en obras. Obras menores ahora, pero imprescindibles para mejorar la visibilidad de cerca de un tercio de las localidades del aforo del teatro (2.380 butacas), que tras la primera temporada lírica del nuevo coliseo lírico barcelonés han motivado numerosas quejas por parte del público. La dirección del Liceo ha aprovechado este mes de agosto en el que el teatro está cerrado para solventar parte de las deficiencias evidenciadas en el nuevo edificio.
Palcos, sillas y laterales
Ninguno de los cinco pisos de que consta el teatro se ha salvado de las críticas del público a lo largo de la primera temporada operística, que se clausuró a mitad del pasado mes de julio. El empeño de las administraciones públicas propietarias del Liceo para que el coliseo lírico barcelonés tuviera el mismo aspecto que el que ardió el 31 de enero de 1994 y el celo puesto en ello por los arquitectos responsables de la reconstrucción, se ha traducido en la copia de no pocos de los problemas de visibilidad que tenía el viejo teatro. Si en éste el público asumía las deficiencias como algo intrínseco del edificio, que databa de 1862 tras el primer incendio, en el nuevo las protestas se han multiplicado. Ante el éxito de la primera temporada, que se saldó con un récord de asistencia de público y de abonados, 15.000, la dirección del teatro no ha dudado en mejorar durante este mes de agosto la visibilidad de las localidades y modificar los precios de las entradas a la baja en aquellas en las que estaban descompensados con respecto a la calidad de la localidad.
El nivel de altura de prácticamente todas las sillas de los palcos, que corresponden a las localidades más caras (20.600 pesetas en esta próxima temporada), está siendo modificado, al alza o a la baja según la situación, para mejorar su visibilidad. La altura de las mamparas que separan los palcos, en platea y el primer piso, está siendo recortada con el mismo fin. El piso de los laterales de la segunda, tercera, cuarta y quinta planta ha sido elevados varios centímetros, algunos más en los extremos, para evitar que la sobrebaranda metálica dificulte la visibilidad de la parte baja del escenario desde las butacas de la primera y segunda fila. Se están mejorando también los sistemas de cierre de las puertas de los pasillos y los palcos de la sala, excesivamente ruidosos; la deficiente señalización a oscuras de los escalones y el sistema de renovación del aire en la sala y los lavabos. Se construyen además unos nuevos servicios en la platea ante la evidencia durante la primera temporada de que los existentes eran insuficientes.
Debido a la demanda de los liceístas, la dirección del teatro estudía incorporar, mediante una proyección en el telón de boca, la L, antiguo logotipo del teatro, que se suprimió en la nueva etapa y ha optado por dejar para el próximo verano la solución de las deficiencias de visibilidad que ocasionan los dragones de adorno de los apliques de luz en las primeras filas de los pisos.
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