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Entrevista:Javier Arenas Secretario general del Partido Popular

"El PP designará al sucesor de Aznar en otoño de 2003"

Javier Casqueiro

Javier Arenas, de 42 años, descansa entre Tarifa y Málaga vigilante ante la situación en Euskadi. Fue el primer ministro de Trabajo de Aznar. Desde enero de 1999 es el número dos del PP.Pregunta. ¿Por qué prefieren el Gobierno y el PP contactos bilaterales y privados en el Ministerio del Interior, incluso con el PNV, sobre la situación en Euskadi a un gran debate en sede parlamentaria como el que reclamó el PSOE?Respuesta. La propuesta del Gobierno ha sido hablada previamente con el PSOE. En otras ocasiones ya se informó a los grupos parlamentarios del momento que atraviesa la lucha antiterrorista. Seguimos pensando que no resulta viable un diálogo político con el PNV y, desgraciadamente, los acontecimientos de esta semana, la reunión del Euzkadi Buru Batzar y lo de Markina, siguen llenando de tibieza la posición de los nacionalistas. El ministro del Interior no va a iniciar un diálogo político, sino a informar y recibir puntos de vista sobre la lucha antiterrorista.

P. ¿Por qué criticó usted que el PSOE no era del todo leal al plantear esa idea y que sus dirigentes no sostenían en público sobre este asunto lo mismo que les confesaban en privado?

R. La sociedad española espera mucho del PSOE. Le hace falta un partido socialista sólido, unido y con una dirección clara. Y especialmente en asuntos de máxima trascendencia, como es la lucha antiterrorista. Cuando hablamos de la Constitución, del Estatuto, de la defensa del Estado de Derecho, con eso no se juega. Es muy importante que dentro del PSOE haya una sola opinión, una voz, no cuatro o cinco distintas, y que sea idéntica en público y en privado. El Gobierno y el PP están abiertos a la colaboración leal con el PSOE, es bueno para España que en la lucha contra el terrorismo trabajemos juntos e imprescindible que busquemos la construcción de una alternativa al nacionalismo en el País Vasco, pero eso significa exigirnos mutuamente seriedad y coherencia.

P. ¿El PSOE les ha llegado a admitir en privado que con el PNV es imposible ya el diálogo?

R. En privado sostienen una gran coincidencia con nuestro planteamiento, la necesidad de construir una alternativa al PNV y que es inviable un diálogo en profundidad con ellos si no rompen con claridad, con hechos, no con ambigüedades o medias verdades, sus relaciones con el mundo de ETA y el Pacto de Lizarra. Y esa necesidad de que el PNV salga del túnel de Lizarra la ha sostenido en público y en privado José Luis Rodríguez Zapatero y no es de recibo que haya socialistas que no mantengan la opinión de su líder.

P. ¿Sigue encontrando problemas el Gobierno para determinar cuál es la postura oficial del PSOE sobre la lucha contra ETA tras la elección de Rodríguez Zapatero?

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R. No queremos abundar en las diferencias del PSOE. Queremos resolverlas. La nueva dirección del PSOE ha demostrado en las formas unos tonos muy correctos en su relación con el Gobierno. Es verdad que todavía no conocemos el proyecto de fondo de Rodríguez Zapatero. Están por descubrir sus señas de identidad. A partir de ahí, tendrá como una de sus aspiraciones la cohesión de su organización, algo a lo que debe dedicar muchos esfuerzos.

P. ¿No ayudaría bastante a la estrategia, cada día más similar, de los dos principales partidos que el PP diferenciase ya la figura del ministro de la de su candidato a lehendakari?

R. El problema de fondo es que el PNV sigue manteniendo en parte el discurso de hace 20 años. El PNV no está orgulloso de algo que parece evidente, del extraordinario grado de autogobierno que la Constitución ha otorgado al País Vasco. El PNV ha puesto encima de la mesa un proyecto soberanista que nada tiene que ver con su propuesta de las pasadas elecciones autonómicas y ahora no cuenta con respaldo para la acción de su gobierno. Es de libro que cuando uno no cuenta con ese apoyo parlamentario hay que darle la palabra al pueblo. Arzalluz no se encuentra sin gobernar, es un personaje apegado al ejercicio del poder, que le parece un fin más que un medio. Y Jaime Mayor Oreja es un gran ministro del Interior, el mejor de la democracia, sólo eso, no es candidato a nada y no tomaremos la decisión de nuestro candidato a lehendakari hasta que las elecciones sean convocadas.

P. ¿El Gobierno y el PP no observan entre líneas, como el PSOE, o por sus contactos directos ningún movimiento favorable dentro del PNV en las últimas semanas y con el artículo de Iñaki Anasagasti que daba por muerto Lizarra?

R. Observamos opiniones y gestos de dirigentes del PNV, sobre todo en Álava. Pero el problema es más de fondo, porque no le damos credibilidad a aquello que no suponga hechos y decisiones. Los gestos los valoramos, pero el cambio de rumbo pasa porque el PNV deje de ser un partido antiguo y vuelva a lo único moderno, una alianza con los partidos democráticos.

P. ¿Esa firmeza del PP para que el PNV rectifique públicamente el error del Pacto de Lizarra e incluso para que dimitan Xabier Arzalluz y Joseba Egibar, algo que saben que no se va a producir, no pretende en realidad que se enroquen en la vía soberanista y se debiliten electoralmente para que sean derrotados en las urnas y haya un lehendakari de su partido?

R. Son dos cuestiones distintas. Estoy convencido de que el PNV, con estos dirigentes o con otros, cambiará. Estamos firmes porque creemos que la sociedad nos demanda firmeza. Somos firmes porque el espíritu de Ermua no es más que firmeza contra ETA. A veces se nos dice que somos inmovilistas, pero cuando uno está con el Estado de Derecho, contra el terror, defendiendo el derecho a la vida y la paz, no se tiene que mover. Estamos sobrados de razones para no movernos. Y creemos que la sociedad española sintoniza con la claridad de nuestros planeamientos. El mayor riesgo que se puede correr es que los demócratas podamos dar la razón a HB, que es igual a ETA según el compañero y patriota Arnaldo Otegi, o poner precio a la paz. Hay muchas personas que han muerto a manos de los terroristas: civiles, militares, periodistas, políticos, que han pagado con su vida el ejercicio del derecho a defender sus ideas. Pensando en la memoria de esas personas les debemos esa firmeza. Y la mejor prueba de la necesidad de la alternativa que ya se palpa son el Gobierno de Alfonso Alonso en el Ayuntamiento de Vitoria y de Ramón Rabanera en la Diputación Foral de Álava. Son formas de gobernar que no significan exclusión, sino normalidad y comodidad para todos, pasar de la reivindicación permanente del PNV a la gestión y la responsabilidad.

P. ¿Existe algún acuerdo tácito entre PP y PSOE para desplazar al PNV, si es posible, tras las próximas elecciones autonómicas?

R. Cualquier plasmación de acuerdos que afecten al Gobierno vasco tiene que producirse después de unas elecciones.

P. ¿Qué actuaciones se plantea el PP en Euskadi este otoño si la escalada de terror y asesinatos continúa, si el lehendakari, Juan José Ibarretxe, se niega a anticipar las elecciones y si no obtiene los votos como parece para sacar adelante los presupuestos?

R. El PP de Euskadi ha madurado en la dificultad, se ha hecho fuerte llorando hacia dentro y ahora tiene que hacer un gran esfuerzo de construcción. No somos sólo el partido que defiende la Constitución. Tenemos que hacer llegar nuestro programa político, económico, de infraestructuras, y lo vamos a presentar a los vascos especialmente a partir de septiembre.

P. Extranjería, humanidades, Pacto de Toledo, financiación autonómica, partidos políticos, reglamento del Congreso, Senado, ¿no son reformas demasiado relevantes para afrontarlas de forma urgente y con la amenaza latente de poder aprobarlas con su mayoría absoluta?

R. No tenemos la más mínima intención ni la voluntad de aplicar mecánicamente en todos esos casos la mayoría amplia que legítimamente nos han otorgado los españoles. La primera dirección será siempre la búsqueda de consenso. Lo oído hasta ahora a Rodríguez Zapatero nos abre un camino de esperanza para pasar página en la falta de entendimiento entre PP y PSOE. Ahora bien, el Gobierno no puede eludir su responsabilidad porque fracasen los diálogos. Hay que dialogar hasta la extenuación. Y lo que legitima la actuación del Gobierno, aparte de los votos, es el diálogo previo, que ojalá termine en acuerdo, algo que sería bueno y que estamos buscando.

P. ¿Por qué tanto pavor en el PP por tratar cómo se resolverá la sucesión de Aznar?

R. No hay ningún pavor. Uno de los errores más profundos que se pueden cometer en política es el tratamiento de los asuntos cuando no toca. En este momento, en el PP, no hay a quien se le pase por la cabeza ir a unas elecciones sin que José María Aznar sea su candidato. Lo que sucede es que José María Aznar tiene un compromiso de ocho años y es una persona que cumple su palabra. Y ese asunto hoy nadie lo quiere plantear dentro del partido porque no toca.

P. ¿Cuando se escucha a Rodrigo Rato, Mariano Rajoy, usted, Eduardo Zaplana, descartarse rápidamente de esa carrera e incluso cavilar con que Aznar es ahora su único candidato para 2004, lo dicen para no molestar al jefe, porque no se les ocurre otro aspirante o porque planean una ofensiva para cambiar su criterio de estar sólo ocho años en La Moncloa?

R. Aznar es una persona que lo último que se puede intentar con él es convencerle para que no cumpla su palabra. El deseo de todos los militantes sería que fuera nuestro candidato, pero no se está en ese intento. Yo, en la parte que me toca, me autodescarto de esa situación desde el absoluto convencimiento de que no soy el más idóneo ni ahora ni en el año 2003. Y nunca se me ha pasado ni se me va a pasar por la imaginación.

P. ¿Cuándo exactamente y cómo, con qué método, se designará al sustituto de Aznar?

R. No hemos hablado en ninguna instancia del partido del cuándo y el cómo. El sentido común nos lleva a pensar que otoño de 2003 será el momento adecuado. Y en este momento no hay ninguna demanda dentro del PP para modificar las normas que democráticamente nos hemos dado. Así que será la Junta Directiva Nacional la que designe al candidato, todo ello sin perjuicio de que los estatutos siempre se someten a revisión en los congresos nacionales, y hay uno previsto en enero del 2002. Creo que no tenemos que cambiar unas normas internas que hasta ahora han supuesto un funcionamiento satisfactorio.

P. ¿No cree que es concederle ventaja a Rodríguez Zapatero estos años sin que se sepa su adversario y que él haya sido elegido por voto directo y secreto de un congreso y unas primarias frente a la nominación privada que hará el PP?

R. Que yo sepa, Rodríguez Zapatero todavía no es candidato a la Presidencia del Gobierno. Yo tengo la tranquilidad, desde la modestia y el respeto, de que nuestro partido tendrá en 2004 un candidato que merecerá la confianza de la mayoría de los españoles.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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