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Reportaje:VERANO2000OFICIOS VERANIEGOS PILOTO DE AVIONETA - Eduardo Romero

"Siento mucha envidia al sobrevolar las playas"

Eduardo Romero, de 31 años, sobrevuela todas las mañanas y todas las tardes las playas del litoral malagueño paseando carteles de publicidad de varias empresas anunciadoras que contratan su avioneta por 35.000 pesetas por cada hora de vuelo. Desde el recuerdo perseverante de Ruiz Mateos y Rumasa -este verano ya ha sacado varias veces su aparato para recordar que se cumplen 17 años de la expropiación del holding del empresario jerezano-, hasta anuncios de espectáculos de música, discotecas de la costa o cremas bronceadoras; todo cabe en la tarifa de Eduardo Romero.La publicidad llega desde el cielo a los miles de turistas que levantan la cabeza cuando oyen el ruido de los motores de la avioneta, que tiene que sobrevolar las playas a 200 metros de altitud para evitar que los bañistas corran peligro, aunque algunas veces tienen que acercarse un poco y violar la norma si quieren que el cartel se lea.

Eduardo realiza el trayecto de las playas situadas entre Estepona y Motril varias veces al día, dependiendo de la publicidad contratada. Para soportar el calor que hace en la cabina, pilota en bañador; y con una gorra en la cabeza se defiende de los mareos e insolaciones que puede sufrir tras tantas horas expuesto al sol, pues el techo de la avioneta es transparente y "el lorenzo pega bastante".

Su jornada empieza a las once de la mañana y termina cuatro o cinco horas más tarde los días laborables. La tierra sólo la pisa para repostar y cambiar de cartel anunciador. Enseguida, otra vez de vuelta al cielo sin descanso. Los fines de semana realiza hasta ocho horas diarias de pilotaje, "un palizón" que le permite ir acumulando horas de vuelo y ahorrar dinero para realizar este invierno en Madrid el curso de piloto de aviones de carga y de pasajeros. Éste es el sueño de Eduardo, que lleva pilotando desde el año1990 y que desde pequeño ya miraba al cielo y preguntaba a uno de sus tíos, piloto militar, lo que tenía que hacer para, de mayor, tener su avioneta.

Antes de poder manejar su propio avión ha tenido que pasar por los cursos de piloto privado y de piloto comercial, "una ruina económica a la que desafortunadamente sólo pueden acceder unos pocos".

Cuando acaba el verano y las playas quedan vacías, Eduardo sigue volando. Vive de las fotografías aéreas y, cada 15 días, cuando hay partido del Málaga en casa, sobrevuela el estadio de La Rosaleda con publicidad.

Nunca ha tenido accidentes pero sí algún que otro susto, como aterrizar con el cartel, que es lo más peligroso de su trabajo pues puede desestabilizar la aeronave. Habitualmente, al despegar el avión realiza un circuito de reconocimiento por el aire antes de bajar a la pista y enganchar el cartel, que está colocado en un lateral de la pista. Cuando se aterriza, la publicidad se suelta antes de tomar tierra.

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Romero afirma que lo peor de su oficio es que es muy solitario. "Siento mucha envidia al sobrevolar las playas. Cuando me aburro, hago pasadas por encima de las parejas que me saludan en alta mar desde sus embarcaciones".

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