Respuesta de Ian Gibson a Félix Fanés

En su respuesta del 6 de agosto de 2000 a mi artículo Sombras sobre la herencia de Dalí (EL PAÍS, 30 de julio de 2000), Félix Fanés, director del Centro de Estudios Dalinianos de la Fundación Gala-Salvador Dalí, se va intencionadamente por las ramas. Yo no criticaba el funcionamiento del centro a partir de su inauguración en 1996, ¡siete años después de la muerte del pintor!, sino la situación anterior, cuando, cerrado el archivo a los investigadores, el señor Fanés se aprovechó de su acceso casi exclusivo al mismo para propiciar su propia carrera de especialista en Dalí. Mientras preparaba la edición de los diarios adolescentes del artista, la consigna era que nadie más podía consultar éstos; mientras trabajaba en su libro Salvador Dalí. La construcción de la imagen 1925-1930, que nadie más podía estudiar el imprescindible álbum de recortes del padre del pintor. A mi juicio tal procedimiento era absolutamente incorrecto y falto de ética profesional, tratándose de documentos legados por Dalí al Estado español, no al Centro de Estudios Dalinianos y su director, cuya obligación era ponerlos desinteresadamente, sin demora, a disposición de todos los investigadores cualificados.En cuanto al trato otorgado por Félix Fanés en su libro y otros lugares a Rafael Santos Torroella, el mayor experto español en Dalí -reconocido internacionalmente como tal-, me sigue pareciendo inadmisible y escandaloso, máxime procediendo de quien dirige el Centro de Estudios Dalinianos de la Fundación Gala-Salvador Dalí.-