El presidente indonesio afronta su primer 'juicio parlamentario'
Los indonesios tienen la vista y los oídos puestos en la sesión plenaria que a partir de hoy va a celebrar la Asamblea Consultiva del Pueblo, el máximo órgano legislativo, en la que el presidente Abdurrahman Wahid dará cuenta de sus 10 meses de turbulento mandato. Wahid, el primer presidente de Indonesia elegido democráticamente, ha sufrido en ese tiempo un vuelco en su capital de respaldo popular y es previsible que reciba más abucheos que aplausos. Para prevenir disturbios y protestas las autoridades han desplegado más de 33.000 soldados y policías, que tienen la orden de disparar contra los alborotadores. Desde hace varias semanas los sables sesgan el aire de Yakarta anticipando el duelo que el presidente Wahid mantendrá con sus adversarios políticos, a quienes intentará convencer de que Indonesia se distancia del caos que siguió a la caída del ex dictador Suharto, en mayo de 1998. La reunión comenzará con el discurso sobre el estado de la nación y continuará los días siguientes con las interpelaciones de los parlamentarios y las respuestas del presidente.
La reciente negativa de Wahid a dar explicaciones al Parlamento sobre su decisión de destituir a dos ministros ha enfurecido, aún más, a muchos de los miembros de la Asamblea que le ayudaron a ser elegido presidente. A pesar del descontento entre los diputados, el mandato de Wahid se prevé que sobrevivirá a las protestas del órgano legislativo, formado por 700 miembros y carente de poder para someter al presidente a una moción de censura.
Algunas de las decisiones políticas de Wahid, considerado un maestro de la intriga, han logrado erosionar el respaldo de la coalición de Gobierno que constituyó el pasado octubre con los partidos de mayor representación parlamentaria para encauzar la "reconciliación nacional". Cuando Wahid llegó al poder, un amplio sector de la población creyó que el país saldría del caos social y se recuperaría de los severos efectos de la crisis económica. Pero su admitida falta de atención a los problemas económicos, los escándalos políticos y los alegatos de corrupción en el seno del Gobierno, ha corroído también el apoyo del pueblo indonesio a su presidente.
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