_
_
_
_
_
PANEL DE VERANO

En las pistas del chito

Un grupo de jubilados pasa el verano jugando al lado de un huerto creado por ellos en un pequeño parque rodeado de escombros

Por la avenida de al lado, la de Arcentales, pasan -ruidosos, rápidos- coches, autobuses, camionetas de reparto. A veces se oye el petardeo de una moto. Y, lejanos, los gritos de alguien. Cae un sol de justicia. De plomo, más bien. El calor casi que se ve. Arturo López, 74 años, empleado de servicios públicos, ya retirado, pasa el tiempo dándole al chito, un juego parecido a los bolos. Lleva, colgada del hombro, una primorosa funda de cuero en la que guarda los discos metálicos que se arrojan a la pieza de madera que se coloca en el suelo.Junto a las pistas de juego hay un pequeño espacio acotado con cintas de obra. Tal vez de las obras que a pocos metros hacen llegar, de vez en cuando, el ruido de las máquinas. Junto a la pista de juego hay un pequeño huerto.

-Ya ve usted.Plantamos esas cuatro cosas, para entretenernos más que nada.

Rafael Herrador, 79 años, gorrilla calada con estilo, antiguo mecánico, interviene:

-Y para enseñar a los chavales qué es una tomatera, que no todo el mundo lo sabe.

Hay como una veintena de personas, al lado de la carretera. Son algunos de los más de 700.000 jubilados que hay en la Comunidad. Llevan camisas de manga corta, guayaberas, viseras para el sol anunciando talleres, portales de Internet, marcas deportivas. Se sientan en torno a una mesa y echan un tute. Charlan. Pasan los días a la sombra de los pinos.

No es ni siquiera un parque. Un poco más allá está el de San Blas. Pero aquí, no. Es un terreno ganado a no se sabe quién. Entre la avenida y un descampado lleno de montones de escombros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

-Una de las pistas nos la hizo el Ayuntamiento. La otra, esta empresa que hay aquí.

Señala Arturo hacia un edificio bajo que delimita por uno de sus lados el campo de juego. Es una empresa eléctrica, dice. Y les hicieron las pistas de cemento. Les pusieron las barras metálicas, las maderas del fondo para evitar que se pierdan las monedas, los discos de metal.

-Para este juego es mejor el suelo de tierra Pero, claro, cuando llueve se moja y hasta que no se seca no hay manera. Con el cemento ganamos 80 días de juego, calculo yo.

A Arturo -y a otros- el Ayuntamiento les dio una placa por haber fundado este club del chito. Arturo enseña la relación de socios. Son 53, contando a uno que todavía no aparece, pero que ya ha pedido el ingreso.

-Aquí pasamos el verano. A ver.

-Yo alguna semanita me iré. Tengo familia en el País Vasco.

Arturo ha ido alguna vez en uno de esos viajes del Imserso. Para este año está previsto que 400.000 personas mayores de 65 años tengan vacaciones a buen precio. Desde las 18.000 pesetas que cuestan ocho días en la península a las 30.000 que valen en Canarias. No se pasa mal. Pero es lo que él dice:

-Depende de con quién te encuentres. Como en todo.

Dice que hay gente que parece mentira, que llena el plato de cosas que nunca se va a comer, que nunca se comerá, aunque quiera.

-Se cogen cuatro y cinco flanes, seis o siete petisuis... Un disparate, oiga.

-Y un abuso.

Rafael, por ejemplo, no ha ido a estos viajes.

-No me gusta ir con gente. Yo, siempre, a lo mío.

Además, que sólo se aprovecha este sistema de vacaciones fuera de vacaciones.

-Lo hacen fuera de temporada. Para ayudar a los hoteles.

Gregorio Benito, 76 años, jubilado de la Talbot, se va a ir a su pueblo alguna semana. Él es de Puente del Arzobispo, en Toledo. A él que se escriba de esto le parece bien. Pero a él le preocupan también otras cosas:

-Oiga. Y usted ya podía decir lo mal que está todo. Que lo tienen todo abandonado. Que no acaban nunca de arreglarlo. Que, ya lo ve, hay escombros, avenidas sin terminar. A ver si se preocupan de esto...

Un hombre, serio y desconfiado, se acerca al grupo.

-Y éste, ¿quién es?

-Es periodista. Que va a escribir sobre nosotros, sobre cómo pasamos el verano.

-No le contéis nada. Si luego es mentira, si luego no escriben nada, -y añade, como para suavizar sus palabras-: Y que conste que yo comprendo que uno tiene que ganarse la vida de alguna manera.

Y, muy digno, se aleja del grupo.

-No le haga usted caso. Es que es muy desconfiado. Oiga, ¿y cuándo dice usted que va a salir esto?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_