Apertura de Terra Mítica
Casi en el plazo previsto y sin desquiciar -que se sepa- los presupuestos, Terra Mítica ha llegado a buen puerto. El Gobierno de Eduardo Zaplana tiene ya su mascarón de proa, tal como pudo serlo para los socialistas la Ciudad de las Ciencias, a pesar de que no les correspondiese inaugurarla. Del gran parque se ha escrito mucho y cabe suponer que se han desvanecido todas las reservas acerca de su pertinencia. El molt honorable tiene motivos para explotar el éxito. No obstante, alguna reserva nos queda, y alude al agua. No acabamos de encajar esta propuesta con la sed que se padece en no pocos pueblos de La Marina y con la fiebre constructora que este parque ha promovido. ¿Habrá agua para todo y para todos? ¿Será necesario ponerle barreras al campo y atemperar esa fiebre, como aconseja el profesor Martín Mateo? No se trata de paliar la brillantez de esta efeméride, pero sería dramático que este buque insignia se quedase varado en un secarral. Y los prometidos trasvases no han de traernos el Amazonas.
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