Mutantes
El encargo fue el siguiente: averiguar que pasa con las chicas de 30 años aquí y ahora. ¿Cómo piensan? ¿Qué quieren? ¿Por qué son un misterio? En realidad, estas preguntas eran una pura excusa y la investigación tenía un objetivo bien sencillo: se trataba de averiguar, dentro de lo posible, si en la batalla de los sexos por el poder ganarían ellas, las treintañeras. Era un encargo masculino, como suelen serlo casi todos los que se plantean en términos de competición. Era un buen encargo porque el asunto interesa a mucha gente: ellos, los hombres, están bastante acojonados, con perdón, por lo que creen que les cae encima, nada menos que el poder de las mujeres. Los datos eran claros. En España ellas van perdiendo tanto el miedo que hasta denuncian constantemente lo más difícil: los malos tratos físicos. Pero, además, las chicas van a la Universidad y sacan mejores notas; llegan al trabajo y son más brillantes y eficaces; leen más libros que ellos y son más flexibles en todo. Para colmo siguen pariendo, cuidando de los hijos y llevando la intendencia familiar como si nada. ¿Unas heroínas? ¿De qué materia están hechas hoy las chicas, que se adaptan mejor a casi todos los cambios, todas las novedades, todas las contradicciones y toda la incertidumbre? Ése era el problema masculino que abordaba esta investigación, porque ellos se han quedado anclados, atónitos, perplejos, y sólo parece movilizarles la utopía de la globalización o la fantasía hollywoodiense del fútbol. Investigar a las mujeres de 30 años, en realidad, quería decir echar un cable a los hombres; lo entendí enseguida. Y ésa es ya la primera conclusión: no se puede hablar de ellas sin hablar de ellos. La segunda conclusión, tras estos meses, es que si hoy las treintañeras se quedan solteras es porque les da la gana y están mejor solas. ¿Por qué sucede esto? Habría que hacer otra investigación para saberlo, pero avanzo dos hipótesis: una, la liberación ha transformado a las chicas en seres que van voluntariamente a lo suyo. Ya era hora. Nuestra amiga Conxa, y su identidad múltiple, es un buen ejemplo de esto. La segunda hipótesis es que ellas están solas porque los hombres reales les dan demasiado trabajo y se han convertido, para ellas, en un problema mayor que el soñar con hombres virtuales. Por lo cual, las chicas prefieren soñar con los hombres a convivir con ellos. De nuevo, la historia de Conxa muestra esta estupenda paradoja: los hombres que más gustan a las mujeres son los que no existen, son los que ellas imaginan. La clave, pues, estaría en que las treintañeras expliquen de una vez cómo son los hombres con los que ellas sueñan si no fuera porque, tal como le ha pasado a Conxa, no tienen ni idea de lo que les gusta. Y aquí llegamos al meollo del asunto: ¿qué es un hombre?, ¿lo saben ellos? Pero, por otro lado, ¿por qué tendrían que saberlo?, ¿sólo porque lo propio de los hombres es que lo saben todo? ¿No es posible que esté apareciendo un nuevo tipo de hombre menos compacto, más flexible y por ello más inteligente? El último ligue de Conxa, que ha desvelado esta investigación, un rasta llamado Fox Zeltia Oracle Meta4, deja la puerta abierta a esta posibilidad: un hombre que, como ya ocurre con ella, renuncie a la idea de que las relaciones personales son relaciones comerciales. ¿Demasiado rompedor? Posiblemente, ya que todo apunta, como anuncian gurus solventes, a lo que se llama economía de la experiencia. Los jóvenes empiezan a tener claro que lo que se espera de ellos es que que compren y vendan experiencias, que compren y vendan vida. Es lo que hemos visto en Gran Hermano: la vida es un negocio. Es lo políticamente correcto en la España de Aznar y en la Cataluña de Pujol. Al irse a Bangladesh, esa mujercita inquieta que es Conxa abandona esa posiblidad y abre otras. Que se vaya con su nuevo ligue y con su sponsor sólo habla de su realismo incombustible. ¿Conclusión? La mutación es más profunda de lo que parece. La generación sin nombre es la generación de los mutantes. Los mutantes son cantidad: pura supervivencia.Resumen de lo publicado: La historia de Conxa ha servido de hilo conductor a esta investigación sobre el treintañerismo en la España de Aznar. Con la conclusión de que la generación sin nombre ha de ser bautizada como generación de los mutantes acaba esta serie experimental.
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