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"Figo, no; Redondo, sí"

Más de 200 aficionados se agolpan junto al Santiago Bernabéu en protesta por la marcha del argentino

"Es muy buen futbolista, muy buena persona, y está muy bueno". Así, escuetamente, resume Elisa, una adolescente de 14 años, sus argumentos para concentrarse junto a más de 200 aficionados madridistas frente a las puertas del estadio Santiago Bernabéu para protestar por la marcha de Fernando Redondo al fútbol italiano, que se temían inminente.Sobre la cabeza de Elisa sobrevolaban octavillas con una leyenda impresa: "Redondo no se vende". A su izquierda, un trozo de tela pintado con rotulador negro reza: "Redondo no se vende". A su derecha, en otra pancarta aún mayor se puede leer: "Redondo no se vende".

Sin embargo, entre la masa de aficionados con camisetas del número seis de Redondo que corean su nombre, palpitan otras motivaciones para el estallido, para la rabia que a algunos les hace golpear el capó de los lujosos coches que salen del aparcamiento del estadio. Las pasadas elecciones a la presidencia están muy recientes y a algunos la victoria de Florentino Pérez les ha dejado un mal sabor de boca.

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Jaime, un hombre de 50 años que ha conseguido formar un corrillo de socios a su alrededor, expone a voz en grito sus teorías sobre el nuevo presidente del Real Madrid. "Va a vender a todos los que apoyaron a Sanz: a Redondo, a Salgado y a Roberto Carlos. Quiere convertir nuestro club en sociedad anónima".

La temperatura de la protesta sube con la llegada de algunas peñas a las ocho de la tarde, que coincide con la de un furgón de la Policía Nacional que trata de controlar a los manifestantes. Las adolescentes enamoradas y sus fieles mamás ya son minoría. Ganan los señores de mediana edad, que se afanan en retóricas discusiones sobre Figo o las cuentas del club. "Con Redondo no se paga a Figo".

Mientras en las afueras del Bernabéu continuaba la rotunda demostración de los aficionados de su desacuerdo con la salida de Redondo, dentro del estadio, en los despachos, el Madrid cerraba su traspaso al Milan. El "Figo, no; Redondo, sí" que coreaba la gente no sirvió para mucho.

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