El 'espíritu de la Politécnica' se impone tres años después en el congreso federal del PSOE
La elección de José Luis Rodríguez Zapatero como nuevo secretario general del PSOE fue celebrada el sábado como un triunfo propio por el sector mayoritario de la delegación valenciana. Pero la constitución de la ejecutiva federal, que incluye a tres destacados seguidores del ex secretario general del PSPV Joan Romero como son Jordi Sevilla, Leire Pajín y Gloria Calero; y del comité federal, que incorpora a Joan Lerma, Ana Noguera y Francisco García Gelardo, supuso ayer una nueva satisfacción. La evidente marginación de Ciprià Ciscar de todos los órganos federales completa el círculo.
Varios delegados valencianos advertían un triunfo del denominado espíritu de la Politécnica con tres años de retraso y vía federal, que ahora responde al sentir mayoritario del PSPV debido al cambio de posición de Lerma, entonces alineado con Ciscar.Joan Romero ganó en julio de 1997 el congreso nacional del PSPV por escasos tres votos de diferencia con un discurso que apostaba por el "cambio" en el seno de la organización. La institución de las elecciones primarias en todos los órdenes territoriales para proceder a las elecciones de los candidatos socialistas; la apuesta por la paridad o por las listas abiertas, y la apertura del partido a la sociedad eran los elementos claves de un discurso impulsado por el Movimiento por el Cambio que cristalizó en el denominado espíritu de la Politécnica, escenario del congreso de los socialistas valencianos.
Tres años después, Zapatero se ha alzado con la secretaría general del PSOE con un discurso muy parecido en el que la palabra "cambio" es la clave de la nueva línea del partido en el orden organizativo interno.
Si los delegados valencianos del sector mayoritario celebraron eufóricos el exiguo triunfo de Zapatero frente a José Bono como nuevo secretario general, los movimientos registrados en la larga noche posterior para confeccionar la ejecutiva y los restantes órganos federales del partidos que corresponde votar al congreso sólo ofrecieron nuevos motivos de alegría.
José Luis Ábalos, portavoz de la delegación mayoritaria, rondó la oficina del candidato -ya secretario general- desde primeras horas de la tarde para transmitir las solicitudes de la delegación valenciana. Tardó horas en ser recibido. José Bono, Manuel Chaves o Rodríguez Ibarra constituían las prioridades de Zapatero. En torno a la medianoche, Ábalos logró transmitir que la delegación mayoritaria de los socialistas valencianos apoyaría una ejecutiva federal que incluyera a dos de sus representantes. Una segunda condición era la exclusión de cualquier miembro de la delegación encabezada por Ciscar.
Zapatero tenía previsto incorporar a Jordi Sevilla, diputado por Castellón, portavoz de Economía en el Congreso y vicepresidente de la Fundación Tolerancia y Solidaridad -impulsada por Joan Romero- como secretario del área de Economía; y a Leire Pajín, diputada por Alicante y miembro del comité federal de las Juventudes Socialistas, como responsable del área de relaciones con las ONG, al margen de las exigencias de Ábalos.
El secretario general admitió sin problemas la incorporación de Ábalos y sugirió que se considerara a Pajín como parte de la propuesta de la delegación mayoritaria, una propuesta que fue aceptada de inmediato.
Javier Paniagua rondó el despacho de Zapatero durante toda la noche para intentar transmitir las solicitudes del sector minoritario del PSPV encabezado por Ciscar, pero no siquiera logró ser recibido.
Ciscar se subió al carro de los defensores de la incorporación de Bono como presidente de la nueva ejecutiva, una opción que le habría permitido salvar la cara y no aparecer como claro perdedor del congreso federal. Pero el presidente de Castilla-La Mancha rechazó una oferta que consideró estrictamente formal y tiró por la borda la última carta de Ciscar.
El sueño del sector minoritario se concentró entonces en la posible elección de Diego Macià, alcalde de Elche, o de una mujer de Valencia, cuyo nombre no trascendió, como representantes territoriales de la Comunidad Valenciana en la ejecutiva federal.
Zapatero, sin embargo, situó a Gloria Calero, responsable de organización de la gestora del PSPV y también seguidora de Romero en la plaza inicialmente reservada para Ábalos.
Los socialistas valencianos contaban con cuatro representantes en la última ejecutiva federal de 35 miembros: Ciscar, Lerma, Pepa Frau y Ana Noguera. En la nueva ejecutiva, de 25 miembros, hay tres: Sevilla, Pajín y Calero. Sólo la tercera puede considerarse postulada por la delegación del PSPV, pero la proporción de valencianos en el máximo órgano federal se mantiene.
La constitución del comité federal siguió una senda similar. El congreso eligió a 49 miembros del máximo órgano entre congresos. Lerma y Noguera fueron incorporados al máximo órgano entre congresos asumiendo las vacantes que dejan Antonio García Miralles y Clementina Ródenas. Y hubo una tercera incorporación. Todo indicaba que debía corresponder a Ciscar puesto que el tránsito desde la ejecutiva saliente hacia el amplio comité federal es una especie de norma no escrita que rige en el seno del PSOE.
Pero no sólo no fue para el portavoz de la delegación minoritaria del PSPV, sino que recayó en Francisco García Gelardo, portavoz socialista en la Diputación de Alicante, romerista convencido y cabeza visible de uno de los más sonoros enfrentamientos con el ex secretario de Organización del PSOE.
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