"¡Pisha, pisha, pisha! ¡Eres el más grande!"
Un helicóptero, coches de lujo y un despliegue de curiosos para la despedida y cierre en Soto del Real
España tiene un nuevo héroe televisivo. Se llama Ismael y viste sombrero de paja, bañador de palmeras y camiseta blanca. Sus ojos se esconden tras unas gafas de sol. Es el ganador del concurso Gran Hermano del año 2000. Se embolsa 20 millones de pesetas, pero da la impresión de que sólo piensa en huir de la popularidad: "¡Yo lo que quiero es irme a Costa Rica, a perderme!", musitaba minutos antes de abandonar la casa en la que ha vivido los últimos 90 días. Una casa que, aunque desde fuera se le llame telecárcel, a él le gustaba: "Yo me quiero quedar aquí, de mantenimiento", le confesaba a su amigo Iván hace unos días mientras charlaban sobre la calidad de vida en una casa con piscina.Pero todo llega. Ismael tuvo que abandonar anoche a las 0.30 horas la casa del Gran Hermano situada en Soto del Real, con la banda sonora So lonely [Tan solo] de The Police, tras pasar 20 minutos en solitario.
Nada más pasar el umbral se desató la locura entre las 2.000 personas que rodeaban la casa: "¡Ismael, Ismael!". Ismael respondió con todo un recital de gestos, mímica, baile ... El triunfador quiso agasajar a sus fans y les lanzó obsequios. Los seguidores, a los que se les permitió la entrada sólo hasta una zona restrigida, querían comérselo. Una avalancha de jóvenes vestidos con la camiseta amarilla del Cádiz Club de Fútbol y el gorrito playero que ha puesto de moda Ismael, rompió el cordon de seguridad y logró consumar el abrazo. Inmediatamente los vigilantes de seguridad entraron en acción para rescatarle de su primer baño de multitudes. "¡Pisha, pisha, pisha, eres el más grande!", coreaban sus amigos. Antes de subirse al helicóptero, abrazó a su abuela con tanta fuerza que la levantó del suelo: "¡Mi niño, mi niño, te he echado de menos", suspiraba emocionada y miraba alrededor con incredulidad por el gran montaje del que habían hecho protagonista a su nieto.
Ismael se subió a un helicóptero que le iba a trasladar a los estudios centrales de la cadena Tele 5. Cuando la hélice arrancó, el público comenzó a aplaudir, y cuando la aeronave levantó el vuelo, la gente alzó los brazos con las palmas hacia arriba en un gesto de despedida, a la vez que gritaba.
La salida de la subcampeona del Gran Hermano no había sido menos espectacular. A media noche Ania abandonaba la casa en plan estrella de Hollywood; enfundada en un traje rosa alzaba los brazos, saludando al público. En respuesta la gente comenzó a gritarle: "¡Ania, Ania, Ania, te quiere toda España!" Luego, rodeada de dos modelos de Valladolid, vestidos de smoking, enfilaba el pasillo hacia la popularidad. Pero apenas había dado diez pasos, se lanzaba sobre el público para saludar a unos conocidos que la estrujaban entre sus brazos. De vuelta al pasillo, el periodista Fernando Acaso la rescató de la multitud y la llevó del brazo hasta un Mercedes de lujo, le abrió la puerta y la hizo entrar.
Al primero de los tres finalistas, Iván, le recibió en el mundo real una comitiva de 60 gaiteros asturianos que le recordaron los sonidos de su tierra. Eran las 11.15 de la noche e Iván no tuvo más remedio que ponerse la montera picona. Antes de subirse al Mercedes, fue recibido por su hermano Eliseo Armesto Hevia, de 39 años, que tiene una sidrería en Gijón: "¡No he podido decirle nada, nos hemos abrazado a través de la valla y todo el mundo se nos ha venido encima. Ya habrá tiempo para hablar con él con más calma!".
Pero antes de todos ellos había salido de la casa del Gran Hermano la perra Mafi. Fue sacada con correa y subida a un coche de lujo -no iba a ser menos-, que salió derrapando por un camino polvoriento, rumbo a Madrid.
Pasaba la una de la madrugada cuando el público que había acudido a Soto del Real comenzaba a replegarse rumbo a sus casas. La mayoría estaba dispuesta a seguir la fiesta en los estudios de Tele 5, la cadena que tanto partido ha sacado de este montaje televisivo.
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