El honor del ciclismo francés

Dos años después de su exclusión, el viejo equipo Festina, aquella estructura creada por Bruno Roussel que desencadenó la más grave crisis que ha vivido el ciclismo, se ha tomado su pequeña revancha. Los cuatro ciclistas franceses que mejor Tour han hecho, los corredores del hexágono que más se han dejado ver y que más han gozado de la emoción popular, son cuatro veteranos corredores procedentes de aquel malhadado Festina. En el 97 se exhibieron en un Tour exagerado. Este año han repetido. Su éxito, debería pensarse, es el mejor síntoma de la difícil renovación del ciclismo francés: no se adivina aún ningún joven nacido de las nuevas condiciones de trabajo que parezca que pueda rivalizar con ellos en estos momentos.Christophe Moreau, el más joven de todos (29 años), y el único que sigue llamándose festina, ha rozado el podio. Richard Virenque (32 años), el hombre emblemático de aquel asunto Festina (y el único que tiene cuestiones judiciales pendiente) ha vuelto a convertirse en la mascota de la afición pese a no haber podio alcanzar su sexto maillot de lunares. Su victoria en Morzine (caída de Heras incluida) le ha valido para ser considerado un resucitado. No lo habría conseguido, claro, sin la ayuda de Pascal Hervé (36 años), su mejor amigo de siempre, resucitado y 12º en la general. Por último, el cuarto del grupo ha sido Didier Rous (30 años), el rodador inquieto, infiltrado en casi todas las escapadas que en este Tour han merecido tal nombre.