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Entrevista:AMIGOS Y VECINOS SABINO MÉNDEZ

"Soy el primer ex 'yonqui' que llega a filólogo" RAMÓN DE ESPAÑA

El autor de los temas más populares de Loquillo se retiró de la escena rockera en 1989 y desde su casa en el campo planea un futuro de escritor de libros y compositor de cancionesPregunta. ¿Qué hace un rockero como tú en un sitio como Sitges?

Respuesta. Bueno, cuando decidí abandonar a Loquillo y los Trogloditas, y la vida que llevaba con ellos, pensé en comprarme una casa. Con el dinero que tenía, me llegaba para lo que encontré, una casita en el campo, no muy alejada de Barcelona, en la que poder...

P. ¿Restañar tus heridas?

R. Algo así. Corría el año 1989, llevaba un montón de tiempo de aquí para allá, cometiendo excesos, bebiendo, drogándome, y quería decir adiós a todo eso. No es que lamentara todo lo vivido, ni hablar, pero supongo que tenía ganas de vivir de otra manera.

P. ¿Tan bestia había sido tu vida en el negocio del rock and roll?

R. Bastante.

P. Pero siempre tuve la impresión de que no te la acababas de creer del todo, de que eras lo suficientemente listo para relativizarla.

R. Cuando no era más que un chaval de Horta, soñaba con la vida excesiva del rock and roll. Las giras son exactamente como se las imagina todo el mundo: sexo, drogas y todo eso. Te puedes quedar atrapado ahí, pero yo creo que es mejor salirse.

P. No todo el mundo sabe cómo hacerlo. Hay quien no quiere. Fíjate en tu socio, Loquillo, está encantado con el personaje que se ha fabricado. Y conste que me parece admirable que alguien triunfe en el negocio de la música sin ser un cantante, un compositor o un instrumentista.

R. Loquillo es un gran actor, y lo digo sin ningún tipo de rencor. Un gran actor que sólo puede interpretar un solo personaje: el que él mismo se ha ido construyendo a lo largo del tiempo. Si ves alguna de las películas en las que ha participado, verás que no es bueno para meterse en pieles ajenas, pero a la hora de meterse en la suya es insuperable.

P. No acabasteis muy bien, ¿verdad?

R. No mucho, pero yo prefiero recordar las primeras épocas, cuando no éramos más que un par de pícaros de barrio que querían triunfar en el negocio de la música.

P. Un negocio del que tú te has desentendido bastante.

R. Sí, es curioso; cuando me retiré a Sitges y dije que quería replantearme las cosas, componer con tranquilidad, intentar escribir..., todo el mundo me acusó de ser un idealista que no entendía la realidad. Y yo creo que es justo al revés, que los idealistas son los que insisten en seguir dentro de la industria creyendo que conseguirán cambiarla. Eso es algo imposible.

P. Supongo que no se puede uno pasar la vida cantando Yo para ser feliz quiero un camión.

R. Yo escribí esa canción desde un punto de vista irónico, como una broma sobre ese mundo cazurro de la música country & western. Y resultó que Loquillo la cantaba en serio y, lo que es más grave, todo nuestro público se la tomaba en serio y parecía estar convencido de que atravesar América al volante de un camión era lo mejor que le podía pasar a cualquiera.

P. En tu obra hay temas muy líricos que han resistido muy bien el paso del tiempo. Pienso en canciones como Cadillac solitario o Avenida de la Luz.

R. Gracias... Un compositor va evolucionando, se abre a nuevas influencias... Yo no me quería convertir en un creyente del rock and roll que siempre está dándoles vueltas a los mismos temas... Hay otros mundos... No sé, la canción francesa puede estar muy bien...

P. En general, me pone los pelos de punta.

R. A mí también, pero hay excepciones gloriosas: Serge Gainsbourg, Michel Polnareff...

P. Sí, claro, y está Brel, pero... No sé, quizá no sea la canción francesa lo que me da grima, sino la gente de aquí a la que le gusta la canción francesa.

R. Bueno, es un poco como lo de Lorca y los lorquianos, ¿no? Él está muy bien, pero sus seguidores... Lo triste de esta época es que el Lorca de hoy es Antonio Gala.

P. Hombre...

R. Gala es una parodia cursi de Lorca que consigue darle el pego a mucha gente.

P. ¿Por qué te has centrado en los años ochenta en tu autobiografía Corre, rocker?

R. Porque es la época en que esos dos pícaros de los que te hablaba se lanzan al gran mundo, se van a Madrid a triunfar y esas cosas, constituyendo una versión rockera de los Guitarrí y Guitarró de La ciudad de los prodigios. Y porque es una época muy bestia y desordenada en la que este país acaba de salir del franquismo y tira para delante como Dios le da a entender. Al Madrid de la movida llegan dos tíos de barrio, Loquillo y yo, acompañados por tres chavales de Vic, los Trogloditas, que apenas sí se saben hacer entender en castellano. Y hala, a buscarse la vida.

P. Lo de las drogas en el mundo pop es ya un tópico, ¿no?

R. Probablemente. Y engancharse es otro tópico. Pero te enganchas. Primero, los canutos; luego, la coca; después un poco de heroína por la nariz; y al final, ¡enhorabuena, chaval!, ya eres un yonqui. Suena muy moralista, ¿no?... Pero se puede salir. Yo lo hice en 1989, cuando me retiré, y luego me dediqué a las cosas que no había podido hacer: leer, escribir, estudiar, aprender... He ido estudiando filología española un poco a salto de mata, pero ya me falta muy poco para acabar la carrera. ¡Soy el primer ex yonqui que llega a filólogo!

P. Y que vive lo suficiente para redactar sus memorias.

R. Este libro empezó un poco por casualidad. Quería poner por escrito unos recuerdos y... Bueno, me apunté a un curso que daban en la Pompeu Fabra Anna Caballé y Arcadi Espada, que me dieron muchos ánimos con lo de las memorias. Sobre todo Arcadi, lo cual me sorprendió bastante porque yo pensaba que era de esa gente que despreciaba profundamente el rock and roll y consideraba que los músicos éramos todos unos cazurros.

P. Supongo que ahora le toca el turno a la ficción.

R. Me gustaría. Me encantaría poder alternar la escritura de relatos y novelas con la de canciones. Publicar un libro un año y un disco el siguiente. Creo que se puede hacer y pienso intentarlo.

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