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La Duma recorta el poder de los líderes regionales

Difícil de tragar

Con confortables mayorías de dos tercios, los diputados rusos se saltaron ayer el veto de los senadores al paquete legislativo con el que el presidente Vladímir Putin pretende recortar el poder de los gobernadores y reforzar el del Estado, es decir, su propio poder. Por 363 votos a favor y sólo 35 en contra, la Duma -la Cámara baja rusa- ratificó la ley que permitirá al líder del Kremlin disolver las legislaturas regionales y destituir a los líderes de repúblicas, provincias y territorios que violen las normas federales. Además, por 307 votos contra 88, los parlamentarios respaldaron el texto de compromiso sobre la ley que eventualmente expulsará a esos mismos dirigentes del Consejo de la Federación.

Durante los últimos días, una comisión conciliatoria de ambas Cámaras ha buscado una fórmula que haga más digerible la derrota a los gobernadores, a los que Borís Yeltsin dejó tomar tanto poder como fueron capaces de asimilar y que, con frecuencia, actúan en sus feudos como auténticos virreyes.

Con el ex primer ministro Yevgueni Primakov actuando de correo con el Kremlin, se logró llegar el lunes a un acuerdo, que retrasa hasta finales del año 2001 la salida del Consejo de la Federación de los líderes regionales que ahora lo forman y que deja en manos de éstos el nombramiento de sus relevos. Sólo el voto de dos tercios de los senadores puede echar por tierra su decisión.

El trato, convertido en proyecto de ley y votado ayer por los diputados, sigue siendo difícil de tragar por los gobernadores, y se espera que muchos de ellos se opongan cuando sea votado de nuevo en el Senado, probablemente el próximo día 26 de julio. Sin embargo, por mucho que se resistan a claudicar, los actuales gobernadores no pueden hacer otra cosa que utilizar el simple derecho del pataleo, ya que, si vuelven a oponer su veto, lo lógico es que la Duma lo supere sin grandes dificultades con la mayoría de dos tercios necesaria.

Se acabaron los buenos tiempos para los líderes regionales, convertidos en víctimas del fortalecimiento del poder central emprendido por Vladímir Putin apenas ganó la presidencia. El líder del Kremlin ya estableció por decreto una nueva división del país en siete grandes distritos. Al frente de cinco de estos siete distritos Putin ha colocado a altos mandos de las Fuerzas Armadas o importantes jefes de los servicios secretos.

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