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ATENTADO DE ETA EN MADRID

La banda despliega una de sus ofensivas más duras y planificadas de la década

ETA está desplegando desde la ruptura de la tregua una de sus ofensivas más intensas y cuidadosamente planificadas, tanto por el alarde de medios que está efectuando, como por la diversificación territorial y de los objetivos a los que ataca, y la secuencia temporal de los atentados. En menos de medio año, la organización terrorista ha asesinado a cinco personas, una menos que en el primer semestre de 1998, antes del alto el fuego de septiembre del mismo año, y con cada atentado ha golpeado a un sector concreto y diferente de quienes considera sus enemigos.

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La dureza con la que la banda se ha empleado desmintió hace tiempo cualquier expectativa que los firmantes del Pacto de Lizarra pudieran albergar, tras el anuncio de la ruptura de la tregua el 28 de noviembre pasado, de que algo hubiera cambiado en la forma de actuar de ETA tras más de un año de inactividad. Bien al contrario, los terroristas han demostrado que su regreso lo era con todas las consecuencias.La organización terrorista no ha escatimado medios. La utilización de explosivos y el recurso al coche bomba devuelve sus actuaciones a los primeros años 90. Contabilizando las dos furgonetas cargadas de cloratita y dinamita interceptadas por la policía en Calatayud a finales de diciembre, ETA ha puesto en circulación cerca de 2.000 kilos de explosivos. 1.700 viajaban en aquellos dos vehículos y otros 200 han servido para confeccionar seis coches bomba: uno dirigido contra la Guardia Civil en Bilbao en diciembre; el que costó la vida al teniente coronel Pedro Antonio Blanco en Madrid en enero; el que asesinó a Fernando Buesa y su escolta un mes después en Vitoria; el que explotó al paso de una patrulla de la guardia civil en Intxaurrondo a principios de marzo; el colocado en Getxo el pasado 24 de junio y el de ayer. ETA no ha colocado tantos coches bomba en el espacio de seis meses en toda la década, aunque algunos fueron mucho más cruentos. La organización terrorista ha demostrado, además, que dispone de efectivos en las tres provincias vascas y en Madrid. En la capital inició su ofensiva mortal el 21 de enero y a ella volvió ayer, medio año después y tras actuar sucesivamente en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

La intencionalidad en la elección de los objetivos es meridianamente clara: en Madrid ha sido el Ejército o, como ayer, simplemente el corazón de la ciudad y probablemente los policías que acudieran a la llamada. En el País Vasco, ETA busca a los representantes públicos de los partidos que han combatido la estrategia de Lizarra (el socialista Fernando Buesa y el popular José Luis Pedrosa), el pensamiento y la prensa opuestos a la "construcción nacional" (José Luis López de Lacalle). También a los empresarios, grandes y pequeños, a los que ha dirigido el coche bomba de Getxo (Vizcaya) el 24 de junio y la bomba lapa de Ordizia, sólo dos semanas después.

Salvo los dos meses transcurridos entre el atentado de Intxaurrondo y el asesinato de López de la calle, ETA ha actuado con intervalos bastante precisos de un mes en el inicio de su ofensiva y de sólo dos semanas desde junio. Entre la intentona de Ordizia y el coche bomba de ayer han mediado sólo cinco días.

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