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TOUR 2000 Sexta etapa

El primer aviso de Pantani

A última hora, José Miguel Echávarri decidió coger las llaves del segundo coche del Banesto. Viajando como viajaban en el primer vehículo Eusebio Unzue y José Luis Jaimerena, los directores del equipo, tampoco era fundamental la presencia del fundador del equipo en el minuto a minuto de la etapa. Fue una intuición, su fino olfato de veterano estratega del Tour, dirá alguien, lo que empujó a Echávarri pero en realidad fue un no poder negarse a la petición del mecánico Enrique Sanz que no quería pasarse solo una etapa que preveía larga y aburrida. (Un dato: cuando hay fuga, es el segundo coche el que sigue a los escapados). Fuera por lo que fuera, no menos cierto es que cuatro horas más tarde allí estaba Echávarri, ocupando toda la pantalla de la televisión, dando los últimos consejos a Arrieta, su ciclista fugado, uno de los 12 componentes de la primera escapada con éxito del Tour 2000. Rápida llamada telefónica.-Ve usted, señor Echávarri, como sí que tenía que coger el volante del segundo coche.

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-Veo, veo. Y también veía que esta escapada tenía que salir. Si no era ayer, podía ser mañana. Se olía, se olía. Cuando hay un grupo de más de media docena, mucho tiene que desear el equipo del líder mantenerse arriba para quemarse en el control.

-Sí, sí. ¿Pero no cree que mejor le habría ido al ONCE todavía si hubiera podido infiltrar a uno de los suyos en el corte? Habría dejado la escapada en libertad y habría mantenido el maillot amarillo, ¿no?

-No todo se puede tener, no todo se puede tener. A mí también me habría gustado, por ejemplo, que hubiera entrado mi Mancebo. De hecho, antes de la salida le dije que anduviera atento. Un corte largo, unos minutillos, el maillot blanco...

-Y que le echaran luego un galgo en los Pirineos.

-Hablando de eso, cuidado con Pantani. Ha mandado a su equipo a los primeros puestos, ha hecho trabajar a los suyos para evitar disgustos. Eso quiere decir que está bien y que piensa en grande. Y para Pantani, cinco minutos en los Pirineos no es nada.

Manolo Saiz, desde el coche número uno, contempla los acontecimientos. Está preparado. Como Echávarri, como todos los directores, sabía que un día u otro, este tipo de escapada tendría que triunfar. Ordena a sus chicos, como estaba previsto, que no trabajen en cabeza, que quien quiera que controle. Llamada telefónica.

-Mucha frialdad la suya, señor Saiz. Se ha hecho jugador de ajedrez.

-Está claro. Por mucho que digan por ahí yo quiero ganar el Tour y no me conformo con sólo la contrarreloj por equipos y unos días de amarillo. Tengo en el equipo escaladores como Luttenberger, Peña, Serrano, gente guerrera como Etxebarria y lo que no voy a hacer es quemarlos por un maillot circunstancial. Y además he visto que quien cogía el amarillo era Elli, del equipo de Ullrich. Así que mucho mejor, que trabaje el Telekom. Luego el Tour comienza en los Pirineos. Ahí es donde debemos reconquistar el liderato.

-O sea, que no se ha enfadado por lo del ataque del pipí.

-Seamos serios. Hay que desdramatizar ese hecho. Atacó Backstedt cuando Jalabert orinaba, sí, pero eso no ha influido en la etapa.

-¿Por qué anduvo el Mercatone Uno por delante con su equipo?

-Sencillamente porque había habido caídas, cunetas, enfiladas, peligro de cortes, y Pantani ha dicho a los suyos que para adelante, que cuesta más pero que se va más tranquilo. Y eso significa que cuidado con Pantani. Si ha hecho eso, es que está muy bien. Y si está muy bien Pantani...

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