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Crítica:GREC 2000POP - LUZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mejor el arrullo

De nuevo en Barcelona, aunque esta vez en un recinto de esos que el verano hace accesibles. Aire libre, calorcete, cervecillas. Ellos pantalones cortos, ellas camisetas de tiras. Ambiente de fiesta, risa y conversación cómplice. Escenario grande, luces a troche y moche y sonido de gala veraniega. La estampa habitual de los veranos españoles, en los que los artistas pasean sus éxitos ante una audiencia que en el caso de Luz se acercó a las 4.000 personas. No fue un lleno, pero bastó. En la memoria, un lleno reciente en el Palau de la Música con el público a tiro de mirada, la emoción sentada en la butaca y el reencuentro con la artista sobrevolando el concierto.Los conciertos fueron similares en cuanto a su estructura. Arrancaron emotivos y tiernos, con una Luz dando muestras de su personalidad como interprete maleando hermosas canciones, como Sumisa, Mi confianza, Entre mis recuerdos y No me importa nada. El ritmo comenzó a acelerarse con Quisiera ser y no puedo, y puso rumbo hacia lo decididamente rockero en ese tema en el que Luz se pregunta por qué un tipo se ha plantado en su cabeza, o algo así. Bajó un telón, y el amor en las letras y el rock en el ritmo siguieron marcando la pauta. El público se contoneaba, la voz subía y la espuma de la cerveza se desbordaba.

Luz

Poble Espanyol. Barcelona, 5 de julio.

Y en ese toma y daca de balada y rock fue tomando Luz el pulso de la noche, una velada que, pese a sus aires de bolo estival, no acababa de desatar la locura del respetable. Las primeras filas, espoleadas por la cercanía de la artista, se fundían en muestras de apego. El resto del público mantenía una cierta distancia, que Luz intentaba achatar dando energía a su actuación.

El tramo más eléctrico de todo el recital llegó con los bises. Para ellos, había reservado Luz dos de sus piezas infalibles: Vengo del norte y Rufino. Como la primera tiene una letra de autoafirmación femenina y aires de muñeira, el público la recibió brazos en alto. Lo chocante es que la segunda, un clásico de Luz, pasó sin pena ni gloria, con el personal impávido.

Por fortuna, Luz tomó de nuevo la caña del timón y fondeó el concierto en una balada cargada de significaciones en Cataluña. Fue Boig per tu la que puso remate brillante a la actuación de Luz, quien la otra noche pudo comprobar en directo que ya puede rendir a su público de dos maneras: estremeciéndolo con medios tiempos y palabras susurradas o acalambrándolo con electricidad. En el Poble Espanyol le funcionó mucho mejor el arrullo. Pese al aire libre.

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