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Entrevista:AMIGOS Y VECINOSSILVIA QUERINI

"Elegí Barcelona como el que elige a un amigo"

Pregunta. Veo que por fin te has salido con la tuya y has publicado los primeros libros en letra grande, introduciendo en España la costumbre anglosajona del large print.Respuesta. Hace tiempo que lo venía intentando, unos 10 años, desde que estaba en Ediciones B. Creo que es algo necesario, y no sólo para la gente mayor con problemas de vista cansada. Hay mucha gente a la que le apetece releer un libro y quiere hacerlo de forma más relajada. O en la cama, con poca luz. ¿Sabías que hay gente mayor que se ve obligada a consumir libros infantiles porque son los únicos que tienen una tipografía que pueden leer con comodidad?

P. Ahora que hablas de Ediciones B, creo que no saliste de ahí de muy buen humor.

R. Bueno, el final no fue especialmente agradable, por motivos que ya conoces y de los que no tengo muchas ganas de hablar. Pero tengo más buenos recuerdos que malos.

P. ¿El adelanto de un millón de dólares a Tom Wolfe por un libro que no había escrito forma parte de los buenos o de los malos?

R. De los buenos. Sé que en esa época pareció una cifra desquiciada que trastocaba por completo el mundo de los derechos de autor en España, pero... No hubo más remedio, créeme. Se trataba de poner a Ediciones B en el mapa, de conseguir que ciertos agentes y ciertos editores nos tomaran en serio. No era, desde luego, una inversión de rentabilidad inmediata, pero tenía que hacerse.

P. Nunca tuve la impresión de que el imperio Zeta se tomara muy en serio la literatura.

R. Se la acabaron tomando en serio. Es lo bonito del libro, que incluso aquellos magnates que menos interés pueden mostrar por él acaban fascinados en cierta medida. Lo que pasaba en el grupo Zeta era que estaban acostumbrados a los productos de consumo inmediato: diarios, revistas... Tal vez no entendían muy bien, al principio, en qué consistía la gracia del libro. Pero te aseguro que acabaron viéndola.

P. ¿Qué tal tu trato con Antonio Asensio?

R. Escaso, pero agradable. Es un tipo muy cordial con el que me hubiera gustado compartir un café, aunque nunca lo hice.

P. Previamente habías trabajado en Bruguera.

R. Una triste historia. El modo en que acabó, me refiero. Teníamos un catálogo soberbio y acabamos perdiendo a un montón de autores porque la cosa se hundía. No supimos salvarla, tal vez porque todos los que rondábamos por allí, editores y gerentes, éramos demasiado jóvenes.

P. Y ahora estás en Mondadori, fabricando manuales de la nueva espiritualidad.

R. Entre otras cosas. Llevo dos colecciones. La de nueva espiritualidad, como tú dices, y la de textos memorialísticos.

P. En Ediciones B ya habías tenido tu ración de autoayuda y espiritualidades varias. Nunca leí ninguno de esos libros, pero había uno cuyo título me fascinaba: Dios ha vuelto en una Harley.

R. De ese vendimos miles. Lo que estoy haciendo ahora es diferente. ¿Cómo te lo explicaría? Mira, antes se trataba de un cierto espiritualismo californiano con tintes new age que, francamente, no tenía mucho los pies en el suelo. Lo de ahora es un intento de fomentar una espiritualidad más doméstica, más relajada, sin gurús ni grandes teorías redentoristas. Nos dirigimos a gente que quiere mejorar su vida sin tener que dejarlo todo y marcharse a la India a echarle una mano al padre Vicente Ferrer. Creo que es una espiritualidad más razonable y sensata.

P. ¿No echas de menos la ficción?

R. La verdad es que sí. Afortunadamente, el ambiente en Mondadori es lo suficientemente agradable para que todo el mundo pueda meterse en el departamento de los demás sin que te echen a patadas. Los responsables de la ficción admiten sugerencias de los de la no ficción, y viceversa.

P. ¿Nunca te ha dado por volver a tu Italia natal? Ahora lo tendrías más fácil que nunca.

R. Sigo tan enamorada de Barcelona como el día en que llegué. Elegir una ciudad es mejor que quedarte en la que te ha sido impuesta. La relación es distinta. Hablamos de una ciudad amiga, no de una ciudad madre. Y coincidirás conmigo en que la ventaja de los amigos sobre los padres consiste en que a los primeros puedes elegirlos y a los segundos no.

P. ¿Cómo viniste a parar aquí?

R. Por amor, y no te rías. A los 16 años, mis padres me enviaron un verano de Turín a Londres para estudiar inglés. Allí me enamoré de un catalán y me vine a estudiar a Barcelona para estar cerca de él. Nos casamos en 1981...

P. ¡Qué bonito!

R. ...y nos divorciamos en 1986. Pero yo ya le había cogido el gusto a esta ciudad y no tenía ninguna intención de volver a Turín.

P. ¿No había nada que heredar?

R. Bueno, mi familia tenía un negocio de restauración de obras de arte. Solían trabajar mucho para un museo de egiptología muy importante que hay en Turín, un lugar espléndido, con piezas que no están ni en el British Museum. De pequeña me colaba en el estudio de restauración y me quedaba mirando los sarcófagos. El único problema era que un primo mío algo mayor que yo consideraba que era muy divertido encerrarme en un sarcófago, sentarse encima y tenerme ahí un buen rato gritando de miedo.

P. Editar libros no está tan lejos de reparar sarcófagos.

R. Es un gran oficio. Aún me emociono cuando me acaban de traer un libro que yo he editado. Me encanta cómo huelen.

P. ¿Cómo ves los intentos del Gobierno por acabar con el precio fijo?

R. ¿Cómo quieres que lo vea? ¡Fatal! Sería el final para un montón de librerías pequeñas, estoy convencida de ello. Ya ha sucedido en Inglaterra y en Estados Unidos. ¿Te acuerdas de Books and Company, aquella librería estupenda de Nueva York, al lado del Guggenheim? Ya no existe. Aquí puede pasar algo muy parecido, aunque aún espero que el Gobierno se eche atrás. Mira, si quieren hacerse los liberales, que regalen los libros de texto, como se hacía en Italia cuando yo era pequeña.

Silvia T. Colmenero

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