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CANAL + ESTRENA UNA PELÍCULA DOCUMENTAL DE ANA DÍEZ

Cuando la Mafia era la reina del mambo en La Habana

Rosa Rivas

"Los mafiosos de los hoteles de La Habana son el equivalente a los fantasmas de los castillos escoceses", dice el productor cinematográfico Ángel Amigo, uno de tantos visitantes a la capital cubana a quien le dan con la bienvenida y las llaves un recuerdo en mano de ilustres habitantes del hotel Nacional, del Capri o del Sevilla, como Santos Traficante Jr., Lucky Luciano o Meyer Lansky. Y los fantasmas habaneros no han dejado de rondarle al productor vasco (Ander eta Yul, La fuga deSegovia, Maité) durante años, hasta que, embaucadores y siempre protagonistas, se han visto reflejados en la memoria del celuloide con la película documental La Mafia en La Habana, que estrena esta noche (22.30) Canal +, producida por Sogecable e Igeldo Komunikazioa.Con el libro del historiador Enrique Cirules El imperio de La Habana como base y una exhaustiva documentación, la realizadora Ana Díez ha construido una historia que ha sabido reflejar la parte musical y festiva, y también, con agudos testimonios de cubanos que vivieron la época, los intríngulis sociales y políticos -incluidos los manejos en el asesinato de JFK- del paraíso mafioso que se mantuvo entre 1933 y 1959.

"Vacilón, que rico vacilón, cha-cha-chá, que rico cha-cha-chá". De Estados Unidos llegaban a Cuba vuelos directos que depositaban a los jugadores por la tarde en suelo habanero, sin que el calor humedeciera apenas sus vestimentas, y los recogía a las dos o las tres de la madrugada, con alcohol de más y dólares de menos. Así dan fe las imágenes de los sonrientes famosos de Hollywood: Monty Clift, Gary Cooper, Spencer Tracy, Erroll Flyn, Esther Williams, Josephine Baker, Sara Montiel...

Y también había marineros más o menos rubios como su cerveza, que aprendían a saborear el ron con mujeres -y hombres, como informa el fotógrafo y amigo de uno de los mafiosos- de distintos tonos de piel. Esa fiesta de "sexo, juego en los casinos, bebidas de todas partes del mundo y magníficos shows" no sólo era una fuente de dólares para los padrinos. Era negocio para las madames y proxenetas locales, para los médicos que hacían la puesta a punto ginecológica y para los camareros y croupiers, que conseguían propinas como para jubilarse.

Los mafiosos, se cuenta en el documental, no armaban escándalo, simplemente llenaban sus arcas en plan hormiga. Santos Traficante era "fino y delicado", dice su hombre cubano de confianza, "pero no podías molestarle en sus negocios", so pena de pasar problemas o no contarlo. Aunque en el fondo del malecón, asegura otro, no se encontraron cuerpos con los pies atados.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.
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