Echávarri coge el volante por un día
José Miguel Echávarri, el director del equipo Banesto, se ha dejado crecer la coleta. En realidad, es un decir. No es para tanto. Porque no le ha dado tiempo ni a atársela. Ayer volvió al coche del equipo para dar órdenes directas. La obligación mandaba. Si fuera por gusto, no cogería el volante ni por asomo. Pero Eusebio Unzue, que llegó a Francia cojo y sin saber la causa, tuvo que ausentarse durante todo el día para someterse a un reconocimiento médico que le encuentre el origen de sus males. Hoy, en principio, todo volverá a la normalidad en el Banesto. Echávarri dejará encantado los mandos del Marea que les presta el Tour.La situación de Echávarri en la estructura del grupo deportivo es diáfana, pero hacia el exterior todavía se dan confusiones. Tal vez porque él sigue al lado de los ciclistas cada día, pueda parecer que aún planifica la estrategia de las etapas o toma las decisiones de la carrera sobre la marcha. Pero no. "Desde el año 88", recordaba ayer en la meta, "llevo diciendo que quisiera estar sin estar, pero estando. Pero no se me entiende". Él eligió hace tiempo la función de sobrevolar, seguir al tanto de todo aunque sin ejercer a ras de carretera. Dirige las operaciones macro: los movimientos del mercado, la filosofía general, las apuestas de futuro...
En el día a día, Echávarri se queda en la meta o bien marcha por delante de la carrera, anticipándose con tranquilidad a lo que les espera más tarde a los ciclistas. Así funciona desde hace tres años. La dirección deportiva corresponde a Unzue y su ayudante, José Luis Jaimerena, quien ayer condujo el primer coche. Echávarri siguió la etapa en el segundo. "Prefiero ir fuera de carrera", insiste. "Allí, sufro cada vez que oigo que ha habido una caída o un pinchazo. Pero en el coche es peor. No sólo estoy atento a lo que me dicen, sino que veo la cara a los corredores, su forma de pedalear. Les sigo toda la temporada y, claro, les veo un gesto y digo: 'no me gusta'. En este deporte, una de las máximas es enmascarar los males. Pero yo conozco a mis corredores".
Ayer sufrió poco. El disgusto no pasó de un pinchazo de Arrieta y de la incertidumbre en la llegada, cuando no se sabía con certeza si los jueces partirían los tiempos del pelotón. Con todo, "se sufre". Bajar a pie de carrera tampoco significa para Echávarri un escarnio. "Siempre tapo huecos", dice él como máximo responsable del equipo. De hecho, también ocupó el puesto de director casi todo el Giro, cuando comenzaron los misteriosos problemas físicos de Unzue.
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