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La falta de control oficial sobre el estado de las piscinas privadas dispara su peligrosidad

Mábel Galaz

La temporada de piscinas convierte estas instalaciones en un punto de máxima alerta. Son miles los madrileños que usan la piscina de su comunidad vecinal o de clubes deportivos y privados. Durante estos meses de verano no es infrecuente que ocurran accidentes, como ha sucedido durante el último mes. La Consejería de Sanidad es responsable del control del agua, y los ayuntamientos, de la situación de las instalaciones. El reparto de responsabilidades y la falta de medios humanos y técnicos, unidos a la dejadez de los propietarios, convierten las piscinas en un lugar a veces peligroso.

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La Consejería de Sanidad inspeccionó durante el pasado año 1.418 piscinas de las 2.414 que hay en la Comunidad de Madrid. Ha sancionado a 22, pero siempre por cuestiones relacionadas con su funcionamiento. Si el agua no tiene el cloro adecuado, si los lavapiés no reúnen las condiciones higiénicas necesarias o no hay socorrista, los inspectores de Sanidad actúan. Estos controles son responsabilidad del denominado personal sanitario -médicos y farmacéuticos- que no tiene conocimientos para realizar otras inspecciones más técnicas. De cómo están las instalaciones de las piscinas se ocupan los servicios técnicos de los ayuntamientos. Son sus especialistas los que acuden a revisar las obras cuando se abren, quienes deben acudir siempre que hay una modificación y cuando se inicia una nueva temporada de baño. Pero las inspecciones no son siempre las necesarias.

Eugenio Cano, responsable técnico de estos controles en Alcorcón, admite el problema: "Una cosa es lo que marca la normativa, y otra, la verdad. En teoría, los propietarios de las piscinas deben ir cada año a la Dirección General de Industria para solicitar el certificado de idoneidad de su instalación, lo que supone la posterior visita de un técnico. Lo cierto es que hay instalaciones que llevan seis años sin revisión. Los propietarios hacen obras y no se examina si las modificaciones entrañan peligrosidad", ya que no informan de ellas al Ayuntamiento.

Cano insiste en la necesidad de revisar las instalaciones eléctricas regularmente. "Si el agua está mal, puedes sufrir una infección; pero si un cable eléctrico está sin aislar y roza con el agua, puedes morir. Hay que mirar si hay un diferencial, si hay un lugar para los depósitos de cloro... A veces, este trabajo se deja en manos de una empresa privada que a su vez se lo encarga a un socorrista que no tiene la formación necesaria. El problema es la falta de medios con que se actúa en estas inspecciones y la dejadez de los dueños a la hora de cumplir con las normas de mantenimiento".

Los controles de Sanidad son insuficientes. "Según la normativa, tenemos que vigilar los aspectos sanitarios. Nuestras reglas de actuación, por ejemplo, no dicen nada sobre las instalaciones eléctricas", explica José Jover, responsable del control de áreas de la Consejería de Sanidad. "Eso es cosa de los municipios", afirma.

En el último mes, el adolescente Mohamed E. H. murió tras hundirse en una piscina municipal de San Martín de la Vega. Juan Luis A. V., de 45, pereció electrocutado al manipular la depuradora de su piscina en Aldea del Fresno. Una joven de 15 años estuvo en coma tras sufrir una descarga eléctrica en una piscina de la mancomunidad de Montepinos, en Leganés. Un niño de seis años resultó muy grave tras estar cinco minutos bajo el agua en la piscina de su chalé de La Cabrera.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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