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Anguita y Frutos miden sus apoyos en una presidencia de IU que se prevé polémica

Carlos E. Cué

Tras más de un mes de enfrentamiento fratricida, la dirección de Izquierda Unida se prepara para una reunión crucial. Será hoy, en la presidencia de la coalición. La cita está convocada para debatir los documentos políticos de preparación de la VI Asamblea, sobre los que existe un consenso mayoritario. Pero lo que despierta mayor expectación es el más que previsible enfrentamiento entre los dos bandos que, con satélites, se han ido conformado tras las elecciones del 12 de marzo. Las cabezas visibles de estos dos frentes son el coordinador general, Julio Anguita, y el secretario general del PCE y candidato no declarado a suceder al primero, Francisco Frutos.En realidad, la discusión será puramente metodológica. Se decide si la propuesta de Anguita de hacer una especie de desfile de candidatos en el que los aspirantes expongan sus visiones se debe hacer antes o después de agosto. En condiciones normales, el debate sería nimio. Pero la coalición vive una grave crisis desatada por motivos políticos -está en riesgo su supervivencia tras el desastre de marzo- y económicos -el PCE ha tenido que abandonar su sede e IU ha despedido a más de la mitad de sus trabajadores-, en la que cualquier pequeño movimiento es clave para colocarse mejor ante la sucesión de Anguita.

Los que apoyan a Frutos -sectores del PCE, de la federación de Andalucía y del ala más radical- no quieren que el desfile se haga ya. Sobre todo porque Frutos aún no ha hecho pública su candidatura. Prefieren guardar sus cartas para más tarde, a la espera de que el líder del PCE se decida.

El otro sector, sin embargo, quiere hacer ese desfile ya porque ellos sí tienen un candidato reconocido y que ha hecho públicas sus intenciones: Gaspar Llamazares, coordinador de Asturias. Éste se mantiene en un segundo plano después de los durísimos enfrentamientos que ha tenido con Frutos. Y es Anguita, que apoya abiertamente a Llamazares aunque se dice neutral, quien deberá hoy medir sus fuerzas con Frutos.

Lo previsible es que el debate se dilucide en una votación. Y el que pierda quedará desautorizado. Además, su rival habrá demostrado que tiene más fuerza para la Asamblea de octubre. Se prevé por ello una asistencia a la reunión mayor de lo habitual en un clima de apatía que lleva al absentismo sistemático de muchos dirigentes.

La batalla de fondo, además, se libra entre los miebros del PCE que pretenden cocinar en el partido hegemónico las decisiones para luego llevarlas a IU, y los representantes de federaciones y corrientes minoritarias que creen que Llamazares puede impedir que todas las decisiones se tomen en el PCE, como viene siendo habitual en los últimos años.

En todo caso, y también de forma muy tradicional en IU, el miedo a perder una votación podría provocar un pacto entre ambos bandos que pospondría, una vez más, la batalla final.

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