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Mas acepta ser 'número dos' de CDC y rechaza cambios ideológicos

Artur Mas dijo sí. El consejero de Economía y portavoz del Gobierno catalán, aceptó ayer el reto de optar a la secretaría general de Convergència Democràtica (CDC), en el congreso del próximo mes de noviembre, tan sólo 42 días después de que Pere Esteve le pasara el testigo al anunciar su voluntad de no concurrir a la reelección. Ayer mismo Mas rechazó que sean necesarios cambios ideológicos en el partido y dijo que no admitirá plataformas internas de poder cuyo único objetivo sea acaparar cuotas en la nueva ejecutiva.

Mas ha aprovechado estas semanas para tomar contacto, por primera vez como miembro del aparato convergente, con las distintas realidades y familias que han aflorado en el seno del partido en este periodo precongresual.Ayer, sus primeras palabras se dirigieron a estos colectivos. Tras el congreso de noviembre, Mas, cabeza visible de la línea más soberanista de CDC, se convertirá de hecho en el número dos de Convergència, por detrás del presidente del partido y de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol. Y anticipándose a su más que probable elección -el aparato del partido domina claramente hasta ahora la designación de los delegados al congreso- el consejero anunció las líneas maestras de su próximo mandato. La dirección política será continuista y no habrá cambios de índole ideológica. O lo que es lo mismo, el soberanismo y el autogobierno seguirán imprimiendo la política y las reivindicaciones de CDC y sus representantes continuarán dominando el aparato.

Las corrientes ideológicas internas son aceptables: "Es lógico que haya gente", afirmó el consejero, "que quiera imprimir al proceso de reconstrucción nacional un mayor o menor ritmo". Pero es censurable que estas plataformas se institucionalicen y funcionen con el solo objetivo de conseguir cuotas de poder: "Convergència es la unión de mucha gente, no una suma de unas cuantas plataformas que se quieren repartir el poder", afirmó ayer Artur Mas.

"No sobra nadie"

Las palabras del consejero de Economía fueron, sin lugar a dudas, una clara advertencia implícita al sector moderado de Convergència -los históricos y ex roquistas agrupados en torno a la plataforma Catalanisme i Progrés- que aspira a obtener su cuota de representación de delegados en el congreso de noviembre y, por tanto, a tener voz y voto en la futura ejecutiva. Esta corriente se muestra disconforme con el rumbo soberanista que el actual secretario general Pere Esteve, ha dado al partido, sobre todo, después de la aparición de la Declaración de Barcelona firmada con otras fuerzas nacionalistas como el PNV y el Bloque Nacionalista Galego.

Aunque en ningún momento citó a esta plataforma, Mas sí se encargó de lanzar un aviso para navegantes: " no tiene que haber ninguna clase de cuotas en ningún sentido. En CDC no sobra nadie, sólo los que voluntariamente quieren excluirse".

No obstante, con el fin de frenar e impedir cualquier división interna, el consejero de Economía intentará aunar, de aquí al congreso, las distintas familias que han surgido en Convergència. Porque para el futuro secretario general de CDC, hay más voluntad de unificar que de dividir, ya que todos los militantes y simpatizantes del partido, incluido él mismo, aspiran a que CDC siga "siendo el principal instrumento de acción política al servicio de Cataluña" y "la vela mayor que dé estabilidad al país", afirmó Mas.

PASA A LA PÁGINA 4

Josep Lluis Sellart

Mas asegura que "queda mucho tiempo" para que CiU elija un candidato para suceder a Pujol

VIENE DE LA PÁGINA 1 Aunque los dirigentes nacionalistas se esforzaron en destacar que la candidatura de Artur Mas a la secretaría general de CDC tiene que interpretarse solamente en clave interna del partido, el gesto de ayer sitúa, sin duda, al consejero en una más que envidiable posición de partida en la carrera por la sucesión de Jordi Pujol, en la que se enfrentará al líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida.

¿Será Mas el candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat?, se le preguntó directamente. "Ahora no hay planteada ninguna urgencia o sugerencia sobre la candidatura, queda todavía mucho tiempo para que Unió y Convergència elijan a su candidato", manifestó el consejero de Economía y portavoz del Gobierno catalán.

Pero si la respuesta supuso una salida por la tangente, Artur Mas ya se encargó de precisar a continuación que a nadie le quepa la mejor duda de que el próximo congreso supondrá la consolidación de liderazgos, es decir, el suyo propio.

El actual secretario general, Pere Esteve remató la idea al apostillar que, por supuesto, Convergència tiene su propio candidato a la presidencia del Gobierno catalán.

Artur Mas negó que suponga algún problema la acumulación de cargos que tendrá tras el congreso (secretario general de CDC, consejero de Economía y portavoz del Ejecutivo catalán), aunque anunció que ello requerirá modificar la actual estructura organizativa de Convergència. En este sentido, Mas dijo contar con Pere Esteve para la futura dirección y aunque evitó adelantar alguna hipótesis, la más probable es que se opte por crear dos secretarías generales adjuntas, una de ellas recaería en Esteve y la otra, con toda seguridad, en Xavier Trias, exconsejero de Presiencia de la Generalitat y actual portavoz del grupo parlamentario de CiU en el Congreso.

La ceremonia del "sí, quiero"

La respuesta estaba cantada, porque la margarita tan sólo contenía pétalos de síes. Pero había que oficializar el compromiso, con todo el boato que requería la ocasión, para que Artur Mas pudiera pronunciar el tan esperado "sí, quiero", lo que en términos políticos significaba su aceptación como candidato a la secretaría general de Convergència.El maestro de ceremonias fue para esta ocasión la consejera de Enseñanza, Carme Laura Gil; el padrino, el actual secretario general de CDC, Pere Esteve, y los invitados, los más de 200 militantes y simpatizantes que asisten este fin de semana a la XI Escuela de Verano. El marco, las termas de Montbrió del Camp.

Para que todos los invitados pudieran conocer al novio, y evitar así la tan temida frase de "me opongo", la organización montó un coloquio - a puerta cerrada para evitar preguntas inoportunas de la prensa- donde Mas tuvo que responder a todas y cada una de las cuestiones que le plantearon. Por ejemplo, Octavi Sena, un joven hindú, militante de Convergència, le pidió consejo a Artur Mas por su profundo dilema. "Artur", le dijo, "tengo un problema, y es que yo soy nacionalista-independentista. No quiero ponerte entre la espada y la pared, pero querría que mis hijos pudieran ver y vivir en una Cataluña libre e independiente". Todos los invitados prorrumpieron en aplausos. "Queremos que el conjunto del país avance con nosotros", respondió el consejero de Economía, "que este camino hacia la soberanía y más autogobierno lo podamos hacer acompañados de la mayoría de la sociedad. Quizá no inflame el espíritu, pero ceo que así nos lo agradecerán más las generaciones futuras".

Aunque Mas había respondido a muchas preguntas, faltaba la más trascendental. Entonces pudo entrar la prensa para que los periodistas pudieran inmortalizar el momento.

Carme Laura Gil agradeció a Artur Mas sus consejos y palabras "justas y sabias, cuando todavía respiramos el perfume de la patria", y le preguntó a continuación si aceptaba el reto de presentarse a la secretaría general. Tras unos segundos de silencio que parecieron interminables, Mas contestó: "Sí, acepto".

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