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"Pero ¿podré ir al bingo con euros?"

"Querría un paquete de chicles, por favor". Al niño Javier Pérez le hace ilusión pagarse el capricho con una moneda extraña de color dorado que nunca había visto antes. No es una moneda de verdad, pero su madre le ha dicho que durante cuatro días podrá circular con ella por 270 comercios del pueblo.El corazón de Sitges se convirtió ayer en un gran tablero del juego Monopoly. No porque la hermosa localidad del Garraf pusiera en venta sus apartamentos, casas y hoteles, sino porque sus 20.000 habitantes y los numerosos turistas que, con la llegada del buen tiempo, toman su centro y sus playas tienen la posibilidad de cambiar pesetas por "euros de prueba" año y medio por adelantado. Pero no es del todo un juego. Hasta el domingo, con ellos se pueden efectuar compras reales por valor de hasta 6.500 pesetas (39,07 euros).

El gran simulacro supone el estreno en Cataluña de la campaña de comunicación que la Sociedad Estatal de Transición al Euro (SETE), que depende del Ministerio de Economía, está llevando a cabo por toda España para familiarizar a los ciudadanos con la moneda única europea, que será una realidad tangible en enero del año 2002. Sitges es el undécimo municipio español que pasa por una experiencia en la que participan cuatro entidades financieras. Su papel consiste en facilitar bolsitas de plástico con monedas que suman 3,01, 12,02 y 24,04 euros a quienes les entreguen las correspondientes 500, 2.000 o 4.000 pesetas. Las primeras colas se formaron por la mañana ante algunos de los nueve puntos de venta disponibles.

PASA A LA PÁGINA 8

Sitges se entrena durante cuatro días para el salto al euro de 2002

VIENE DE LA PÁGINA 1 "Obligado me veas para que me creas. Si hay que hacerlo, pues aquí estoy yo para servir en lo que haga falta". Quien se tomaba tan a pecho el experimento es Rosa García, que irrumpe en el Nou Mercat de Sitges agarrada a una bolsita donde tintinean 3,01 euros. "¡Claro que me los gastaré!". Otros ciudadanos confiesan que guardarán las monedas "como recuerdo".

A escasos metros de distancia, los charcuteros de El Bon Menjar aseguran "estar entrenados" para clientas impulsivas como la señora García. La tarde anterior estuvieron repasando "los deberes". A un lado, bien visible, un cartel sobre las equivalencias en euros y pesetas. Medianas de cordero, 9,92 euros el kilo. La ternera extra, casi un euro más. Pero, en las primeras horas, sólo dos clientes han querido pagar con la divisa europea. "Quizá no se fíen del cambio", apunta el responsable. El aluvión de interés se espera el fin de semana.

Algunos ciudadanos han visto los carteles de Acércate al euro sin hacerse preguntas. "Todo esto es un descontrol", resume en un suspiro Joan Ferran, ya jubilado. Como él, algunos opinan que es demasiado pronto para el experimento. "Se nos olvidará". En pleno Cap de la Vila, Antonia Sánchez, sesentona y aún sin bolsita, pregunta, tímida: "¿Podré ir al bingo con euros?".

Pero no hay que asociar la desinformación con la mayor edad. Una mujer octogenaria reta a los jóvenes con su dedo amenazador: "Yo ya viví los céntimos. ¡Ustedes sí que lo tienen mal!".

En los puntos informativos se comenta la curiosidad de los extranjeros. Como para corroborarlo, una turista protesta ante un cajero porque no da euros. "Soy británica, no euroescéptica".

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