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Japón se divorcia de la política

ENVIADO ESPECIALHan llegado a Japón los movimientos ciudadanos de protesta, testimoniales y sin demasiada fuerza por ahora, pero reveladores del cisma que existe entre la sociedad y la clase política. Tokio y Osaka, la segunda ciudad del país, son los dos grandes focos de esta rebelión de guante blanco que puede en el futuro extenderse y obligar a los políticos a renovarse y debatir temas que afectan de lleno a la ciudadanía.

Una reciente encuesta del influyente diario Asahi Shimbun reveló que un 80% de los interrogados quiere tener una mayor participación en las decisiones políticas. Pero no explicaban cómo. La única arma empleada por los japoneses es dar cada vez más la espalda a las elecciones. En las últimas el abstencionismo llegó al 35%, el mayor índice después de 1998 (40% para la Cámara alta).

Ningún partido consideró conveniente durante la campaña de las elecciones a la Cámara baja del pasado domingo abordar la peligrosidad de las centrales nucleares. Todo ello pese a que hace menos de un año, en septiembre de 1999, se produjo el primer accidente radiactivo en el país. Fue en una planta de procesamiento de uranio en Tokaimura, en la provincia de Ibaraki, al norte de Tokio, que no reunía las mínimas condiciones de seguridad. Más de medio centenar de personas quedaron expuestas y una de ellas murió dos meses después.

Greenpeace Japón hizo un sondeo entre candidatos de diversos partidos, pero ni uno solo estimó oportuno plantear el caso de Tokaimura en la campaña. Algunos se limitaron a decir que era un tema a estudiar, pero confesaron no tener respuesta.

Internet ha sido utilizada por un movimiento ciudadano de Osaka para protestar a través de una página web contra políticos indeseables. A imitación de lo que una organización cívica hizo meses antes en las elecciones legislativas de Corea del Sur, el grupo de Osaka elaboró una lista negra en la que figuraban muchos candidatos del Partido Liberal Demócrata (PLD, conservador), entre ellos el primer ministro, Yoshiro Mori, pero también de otras formaciones.

La iniciativa no recogió demasiados frutos, a diferencia de lo ocurrido en Corea del Sur, donde más de la mitad de los que figuraban en la lista recibieron el castigo popular y no fueron elegidos. En Japón han entrado en la Cámara de Representantes dos políticos del PLD que fueron condenados por corrupción y un ex viceministro que fue fulminantemente destituido por declarar a la revista Playboy que el país necesita dotarse de armas nucleares. Sin embargo, esta clase de protesta es un gesto que puede tener impacto en el futuro y puede repetirse a partir de ahora, empezando por las elecciones a la Cámara alta previstas para julio de 2001.

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El fuerte desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida que experimentó Japón desde los sesenta permitió asentar firmemente en el poder al PLD de manera casi ininterrumpida, salvo un paréntesis de 10 meses en 1993, dio estabilidad política al país e hizo al electorado muy conservador. Con un punto de cinismo, un político local confiesa: "Siempre hay compensaciones".

Ello no ha impedido la aparición de brotes sociales de protesta por temas de carácter nacional, como el Tratado de Seguridad con Estados Unidos que supone el despliegue de bases y de un contingente de cerca de 30.000 soldados norteamericanos en el archipiélago. Y también por otros de impacto medioambiental como fue la construcción del aeropuerto de Narita, a unos ochenta kilómetros de Tokio.

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