'Vendettas' cruzadas
Kluivert e Inzaghi contrastarán sus estilos en una semifinal que puede reivindicarlos ante el 'calcio'
La semifinal entre Italia y Holanda será una exhibición de antagonismos en todos los sectores del campo. En sus dos puntas, por ejemplo. Pipo Inzaghi y Patrick Kluivert. El potrillo y la pantera. Dos delanteros centros conceptualmente opuestos. El holandés es negro, elegante como un bailarín, solidario, ambidextro y ágil. Su selección juega al ataque y le nutre constantemente de balones. El italiano gasta fama de Adonis, es rápido, diestro cerrado y un rematador oportunista que sólo juega para el gol. Su selección es muy defensiva, tanto que le obliga a vivir en soledad arriba a la espera de tres o cuatro balones furtivos. Cada uno a su manera, ninguno acostumbra a perdonar ante el portal contrario.Mañana, Kluivert e Inzaghi se enfrentarán en el Amsterdam Arena y, más allá de sus diferencias técnicas, acumularán rencores parecidos. Una cuenta pendiente con el fútbol italiano. El deseo de reivindicarse frente a quienes no les valoraron suficientemente, aunque sus motivaciones sean diversas.
Inzaghi se revolverá en el área de Holanda en busca de un aumento salarial en el Juventus, o, en última instancia, de otro club que le pague lo mismo que a su compañero Del Piero (1.000 millones de pesetas al año). También quiere tapar la boca de quienes le acusan de simular penaltis continuamente, de fallar ocasiones clamorosas, de no participar en la construcción y de no marcar los suficientes goles. Inzaghi está harto de las críticas en su país.
Kluivert quiere exorcizar malos recuerdos. El holandés quiere reírse a carcajadas de ese año que pasó en el Milan de Capello, peleándose en solitario contra una banda de defensas. Incomprendido por el técnico, despreciado por su público y comparativamente humillado por Ronaldo, que brillaba en el Inter, el club vecino. Kluivert fracasó en Italia y ayer, tres años más tarde, hizo una mueca de aprobación cuando le preguntaron por la simbología de la semifinal: "¿Marcarle un gol a Italia será como marcarle un gol al Milan?".
La espalda simétrica de Kluivert, sosteniendo sus 188 centímetros, se dejó ver bajo los árboles del bosque de Hoenderloo, donde se concentra Holanda. Lejos del microclima enrarecido del Barça, su instinto depredador se ha desatado. Sus números en la Eurocopa son espectaculares. Es el máximo goleador. Ha marcado cinco goles en cuatro partidos y lleva anotados 14 en sus últimas 12 apariciones con la selección. Si en el Barcelona no se ha caracterizado por su carácter de definidor, ante Yugoslavia en cuartos de final no perdonó bola. Suma 28 goles en 44 partidos internacionales. ¿Por qué no logra esos números en el Barcelona? ¿A qué se debe que él y sus compañeros de club y de selección jueguen tanto mejor con la camiseta naranja? Cuestión de entusiasmo, según Kluivert. "La sensación que tenemos ahora es diferente", explicó. "Aquí estamos muy contentos, y cuando juegas al fútbol hay que estar alegre. Sin alegría no se puede jugar".
Kluivert, que va a cumplir 24 años, pareció apuntar a la crisis institucional que sacudió al Barcelona al final de temporada, agravada en el vestuario por la deteriorada relación entre Van Gaal y muchos jugadores. Kluivert tiene ofertas, pero dijo que no piensa dejar el Barcelona: "Estaré allí el mes que viene para preparar el próximo año. Yo no aceptaría una oferta de Italia, como se ha dicho. Estoy feliz en España".
Para Kluivert, los años de Milanello han quedado atrás definitivamente. "El del Milan fue un desafío y aunque no salió bien no me arrepiento", explicó el delantero. "Era muy joven, 20 años. Había demasiada impaciencia por ver una estrella y yo necesitaba tiempo. Luego me di cuenta de que con ese sistema de juego no podía dar lo máximo de mí. Yo necesito jugar en un esquema de tres delanteros". Tres delanteros, o un punta, dos extremos y un segunda punta, que es la disposición de los jugadores de Holanda. Con Bergkamp descolgándose al centro del campo para dirigir las operaciones. "Con Bergkamp detrás, mis posibilidades de meter goles se multiplican. Él baja al centro del campo y abre espacios continuamente", asegura.
Dennis Bergkamp. Precisamente otro genio repudiado por el calcio. En el Inter, la hinchada le castigó por sus episodios de pereza con un apodo hiriente. La Dennise, le llamaban. Hasta que la situación se volvió insostenible y Bergkamp cambió Milán por Londres.
El otro agraviado por el fútbol italiano, Pipo Inzaghi, recibió ayer el apoyo de su amigo Christian Vieri. "Es mucho mejor que Kluivert... Él no va a la pelota, es la pelota la que va hacia él", lo elogió. Gran ausente de la Eurocopa y compañero habitual de Inzaghi en la delantera de la selección, Vieri suele llevar una estampa de Inzaghi en el bolsillo de su pantalón corto cada vez que juega. "Somos como hermanos", declaró desde Estados Unidos, donde pasa unas vacaciones. Inzaghi, de 26 años, marcó contra Rumania, el domingo pasado, su primer gol desde el 12 de marzo. No estaba en racha. Venía de atravesar un desierto en el que pocos le ofrecieron reparo. Uno de los piadosos fue el seleccionador, Dino Zoff. Con él, Inzaghi no conoce el banquillo. Mañana en el Amsterdam Arena, Superpipo tramará su vendetta.
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